Señor: desnudos, como tú nacemos,
desnudos
engendramos y sufrimos;
desnudos,
como tú, Señor, morimos.
Porque
desnudos resucitaremos.
Desnudos
nuestra culpa lavaremos,
como
desnudo en el Jordán te vimos,
desnudos
en la tierra nos sentimos
y a
tu lado desnudos estaremos.
Señor:
sobre los brazos maternales,
desnudo
estás, en paños funerales,
blancos
los miembros y los labios mudos.
Y al
verte así, mi celestial Maestro,
como
nunca te siento hermano nuestro
y
hermano de los mármoles desnudos.
Rafael
Sanchez Mazas.