Poderoso caballero
es don Dinero.
Y ambiciosa y fugaz dama
su amante la Política,
Que por picar, alto pica,
ya que todo el mundo la ama,
y mientras que los engaña,
hace cuanto viene en gana
en cama con el primero
que es Don Dinero.
Nace en las urnas honrada
por el pueblo soberano,
que se piensa gobernado
por un alma enamorada,
sana, pura e ilusionada
por un cambio verdadero,
y sobre todo sincero,
sin don Dinero
Hija es del noble don Ideal,
caballero muy sencillo,
simple como un pajarillo,
pero que a veces es irreal;
siendo de pensar muy lineal,
y por eso bullanguero,
que cae en la red del trampero
de don Dinero
Bella es doña Política,
al vestir con bellos trajes,
que no pueden ser ultrajes,
sino cambios de estética
para ser más exótica
a los ojos del banquero,
hipócrita estercolero
de don Dinero
Engatusa dulce al pueblo
vendiendo tristes migajas,
que ocultando las ventajas
el beneficio trasdoblo,
a costa del pueblo bobo
que lo vende fructífero
al miserable usurero
de don Dinero.
Es dama muy rencorosa
que si no le ríes las gracias
te mandará las desgracias
de forma tan belicosa,
tan inmisericordiosa,
que serás el pudridero,
alimento del porquero
de don Dinero.
Carece de cualquier color,
hoy parece colorada,
mañana será azulada,
y pasado multicolor,
pero siempre dará dolor
al que creyó verdadero
su mensaje lisonjero
de más dinero.
Atañe a todos por igual
desde el pueblo más pequeño,
del lejano alpujarreño,
hasta lo que parece real,
con poder sobrenatural,
siendo el negocio próspero
anestesiar somnífero
muy futbolero.
Tiene pésimos remedios
ya que para sobrevivir
quiere en nosotros revivir
viejos y ancestrales odios:
que asesinen de nuevo a Dios,
al soñador y al obrero
en pro del titiritero
de don dinero.
Es amante de don Interés,
bastardo de don Capital
y doña Falsa Decretal,
que pone todo del revés
y te quita lo que no ves.
para llenarse el bolsillo
comiéndose el solomillo
de tu colmillo.
Política y Don Dinero
son como aquel matrimonio
que solo adora al demonio
de los campos bandolero,
que en vil duelo traicionero
asaltaba en el camino
a los pobres peregrinos
como un mezquino.
No tienen bandera ni rey,
siguen solo a sus instintos,
que son bastante distintos
de los que respetan la ley
y que trabajan como un buey
para que venga el impuesto
donde lo puesto y traspuesto
es mal dispuesto.
Para ellos eres mal barro,
sucio, maltrecho y tan bajo,
que les importa un carajo,
mas ya no sigue el desbarro
porque don Miguel Navarro
se ha cansado del descaro
de este breviario.
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