Carta abierta al gobernador de la ínsula Barataria.

Estimado amigo Sancho:
             En primer lugar permíteme esta liberalidad imposible de evitar para quien durante tantas leguas ha compartido cabalgadura a tu lado. Omito detalles sobre mis hazañas pues supongo que por ser tan portentosas y magníficas ya habrán llegado a tus oídos.
              El motivo de la presente no es otro sino el de advertir a V.E. sobre los inmensos peligros que corre y los errores que pudiera cometer de forma involuntaria.

             Por todos es conocido que en la corte se gestan las más viles traiciones que puedan acechar a un gobernante justo y magnánimo. La fortuna suele ser la más traidora de las diosas con aquellos mismos que favoreció demasiado, y no hay que fiarse mucho de esta ruin cortesana. Esto se acrecienta cuando del pueblo español se trata pues son famosas las felonías de Bellido Dolfos, o los de la familia Trastámara así como la de aquellos bellacos que pidieron ayuda a los infieles y durante ochocientos años nos dominaron. Incluso estos hombres, que también humanos eran a fin de cuentas, sucumbieron a los mismos errores cuando a nuestro carácter se amoldaron y derivaron en un reino de Taifas.
             Recuerda amigo Sancho, que quienes rodean al Príncipe muchas veces son movidos por la envidia y la ambición. Aconsejan siempre pero jamás son responsables de sus palabras. Es más, diríase que disfrutan cuando la máxima autoridad yerra o se ve implicada, sin querer, en algún escándalo poco aconsejable. Ocultan sus secretos bajo la sombra de los árboles frondosos pues suelen ser hechos poco agraciados bajo la luz del sol.
             Recurriendo a tus refranes que tanto conocen la esencia del pueblo llano, ese tipo de personas cuando dicen digo, luego dicen Diego. Pronto por las calles los verás prometiendo mil cosas que jamás cumplirán, crearan trabajos, sobre todo para familiares y amigos, abrirán la cultura a unos pocos elegidos, la sanidad para algunos conocidos. Así, en más de un conflicto te hallarás y ellos no te salvarán. Cuando les convengas, te adorarán, cuando les incordies, murmurarán.
              Rememora desde tu elevado puesto las palabras del genuino Fenix de los versos encendidos y piensa que ni el rey comería... si el labrador no labrase. Con ello deseo aconsejarte que sean la prudencia y la razón quienes equilibren tus  acciones para que prevalezca el interés general sobre los intereses parciales. Defiende la justicia y la virtud pues ellas te darán del pueblo su calor y de los reyes su valor.
              No retendré tu tiempo que las obligaciones son muchas y los desafueros demasiados. Mi noble tarea de la caballería andante debe ser el reflejo que perfile tu horizonte ya que las grandes empresas crean grandes naciones y no hay mayor ideal que el de ayudar al pueblo a prosperar.
                Se despide con los mejores deseos el caballero de la triste palabra, el desfacedor de entuertos adverbiales, el defensor de la honesta Dulcinea, el paladín de las causas perdidas.
                Tuyo afectísimo.
                Quijote de la Mancha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Fotografias para recordar.

 

– Contra hidalguía en verso -dijo el Diablillo- no hay olvido ni cancillería que baste, ni hay más que desear en el mundo que ser hidalgo en consonantes. (Luis Vélez de Guevara – 1641)

La Corona de Uganda

La Corona de Uganda

Seguidores

Mi lista de blogs