“Si
al morirse el cuerpo que me sustenta, y al que llamo mío para distinguirlo de
mí mismo, que soy yo, vuelve mi conciencia a la absoluta inconsciencia de que
brotara, y como a la mía les acaece a las de mis hermanos todos en humanidad,
entonces no es nuestro trabajado linaje humano más que una fatídica procesión
de fantasmas, que van de la nada a la nada”
Unamuno, M. de, Del sentimiento trágico de la vida, en Obras Completas, tomo VII. Editorial Escelicer, Madrid, 1966, página 134.
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