En la vida hay dos clases de hombres y no se diferencian por su estatus social, el color de la piel, sus estudios o la religión que profesan. Unos son los que se dejan llevar por la corriente, sin ser capaces de analizar la realidad, o bien se limitan a complacer sus instintos animales. Han tenido suerte en la vida y se limitan a sobrevivir.
Otros, en cambio, son los que se levantan antes que el sol, caen cien veces y otras tantas se levantan, que tienen las manos abiertas para atender a quien les necesita o se enamoran del sueño de una estrella. Estos últimos son los que dedican toda su alma y todo su cuerpo a cumplir con su deber pese a lo duros que sean los vientos. Unos son los vividores, otros los luchadores.
Mons. Ocáriz: “Amar la libertad implica amar el pluralismo”
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En esta entrevista concedida a The Pillar, el Prelado responde a cuestiones
sobre la misión de los laicos y sobre el momento actual del Opus Dei.
Pregun...
Hace 9 horas
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