“Liras en alabanza de la libertad”, Gerónimo Virués (¿Valencia 1541? - Id 1611)

“Liras en alabanza de la libertad”, Gerónimo Virués.
LIRAS  EN ALABANZA DE LA LIBERTAD

El más seguro puerto,
el más alegre y apacible estado
y el contento más cierto,

es nunca ser mandado,
ni estar un hombre a otro sujetado.

De tanta gloria es causa
la libertad en esta vida triste,
pues pone fin y pausa
a cuanto mal reviste,
al que de ajena mano come y viste.

Esta hace que el suelo,
mientras en él viviere libertado,
le sea un otro cielo,
porque el bien alcanzado,
sin ella queda de su ser privado.

Ni por la plata y oro,
ni las piedras preciosas del Oriente,
renuncie este tesoro
el que libre se siente,
porque en su mismo daño y mal consiente.

La libertad excede
a cuanto el mundo tiene de riqueza;
ni a ella llegar puede
la fuerza o gentileza,
pues en ella restriba su grandeza.

Es como una vislumbre
de la tartárea pena y su tormento
la triste servidumbre;
ni bajo el firmamento
hubo jamás servicio sin lamento.

Matóse con su mano,
por no servir Catón gallardo y fuerte,
mostrando cual romano
tener por peor suerte
vivir tal vida, que morir tal muerte.

Y el esforzado Bruto
por no servir, la muerte ha padecido,
y dio por mejor fruto
la muerte que ha sufrido,
que el tiempo que sin libertad vivido.

Y el vaso venenoso,
que porque no le prenda su enemigo,
bebió Aníbal furioso,
nos dio claro testigo
que de la libertad fue siempre amigo.

Pues a Pentesilea
del mujeril ejercito amazona,
que porque no se vea
cautiva su persona,
el arrancado pecho la corona.

¡Oh, libertad querida!
¡oh, libertad de todo el mundo amada!
Por ti pierden la vida,
por ti se tiene en nada
cualquier fuerza de fuego y dura espada.

¿El soberbio edificio,
el monte, el prado, el rio, la floresta,
el bélico ejercicio,
de qué sirve ni presta?
Todo sin libertad cansa y molesta.

Todos al fin procuran
cobrar la libertad si la tuvieron;
y por ella aventuran
cuanto bien poseyeron,
y pierden por ganar lo que perdieron.

Por esta, el que enlazado
en cautiverio está de pies y brazos,
desea ser librado
y cual Sansón los lazos
por tener libertad hace pedazos.

Por esta el navegante
no teme el golfo, ni el austral furioso,
ni hay Sirte que le espante;
Ir este vivir penoso
e tiene por contento y gran reposo.

Y tanto a todos place
la vida libre, que cualquier fatiga
su contento deshace,
de todos es amiga,
y a padecer por ella nos obliga.

Tener el mundo todo
sin tener libertad, don sobrehumano.
es escoria, es lodo,
es caballo Seyano
y poseer el oro Tolosano.

Por defender a Roma
hizo en la puente Horacio gran matanza,
y del contrarío doma
el orgullo y pujanza,
un lacerado hierro de su lanza.

La libertad pretende
hasta el Olimpo santo alzar su vuelo,
no le estorba ni ofende
la distancia del cielo,
ni el viento, el mar, la tierra, el fuego, el hielo.

Que aunque en la jaula rica
el dulce jilguerito está encerrado,
de uno en uno pica,
por verse libertado,
los juncos que le tienen cautivado.

Si los del alto cielo
no tienen libertad, afirmar oso
que no tienen consuelo,
ni gloría, ni reposo,
porque sin libertad, ¿quién hay dichoso?

Pues, libertad amada,
con este solo dicho al fin concluyo
tu loa y mi jornada;
y quien no fuere tuyo

jamás tengo esperanza de ser suyo. 

Jerónimo Virués

Fuentes biografía:
www.mcnbiografias.com

Jerónimo Virués, médico y poeta de la Academia de los Nocturnos de Valencia, conocido por el sobrenombre de “Estudio”.  Hay quien afirma que nació en Valencia en 1541 y quien dice nació en Benicarló (Castellón) con fecha desconocida lo que parece ser cierto es que falleció en Valencia el año 1611.
Hijo de Alonso de Virués, que fue médico del patriarca don Juan de Ribera, arzobispo y virrey de Valencia, Gerónimo estudió en la Universidad de Valencia, donde obtuvo el grado de bachiller en medicina en 1568 y el de doctor seguramente el mismo año. Ejerció durante algunos años en algún pueblo de la región, y heredó más tarde los cargos profesionales de su padre en el palacio arzobispal y en la enfermería de presos. El 22 de diciembre de 1598 fue nombrado examinador de médicos.
La única obra propiamente médica que se conoce de Gerónimo de Virués es el “Dialogo en el cual se trata de las heridas de la cabeza”. Este libro es, esencialmente, una traducción de un texto de Amato Lusitano. Virués la hizo, "viendo la falta de latinidad que hay en los mancebos cirujanos y aun en algunos Maestros... a “pedimiento” y “importunación” de algunos “dellos”, me ha parecido tomar este trabajo de traducir de latín en romance añadiendo, alargando y quitando algunas cosas que me parecieron ser convenientes". Fue ésta una corriente muy generalizada en la época y que contribuyó en gran manera a la enorme renovación que sufrió la cirugía en el siglo XVI.
Gerónimo de Virués participó de forma entusiasta en la Academia de los Nocturnos, sociedad valenciana de carácter literario, en cuyo libro de actas se conserva, entre otras muchas composiciones suyas, un "Discurso alabando la Medicina".


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