Santa Oria, vida, poema y Gonzalo de Berceo



Santa Oria o Áurea (Villavelayo, 1043-1070), es una santa de la tradición cristiana occidental.
Festividad 15 de marzo.
Todos los datos fundamentales de su vida los conocemos por la obra de Gonzalo de Berceo, Poema o Vida de santa Oria. Por ella, sabemos que la santa nació en el pueblo riojano de Villavelayo, sus padres fueron Amuña y García y a la tierna edad de diez años se recluyó, junto con su madre, en el monasterio de San Millán de Suso, en el cual permaneció hasta su muerte. Durante los últimos años de su vida, Oria gozó de visiones celestiales y, tras su muerte, se le apareció en una ensoñación a su madre. Así, los datos proporcionados por Berceo se complementan con una Memoria Cronológica citada por el padre Argáiz1 cuya cronología nos revela que nació en el año 1043, se recluyó en 1052; tuvo su primera visión en 1068, cuando contaba con 25 años, y murió el 15 de marzo de 1070 a los 28 años. Berceo nos narra que su cuerpo fue enterrado en una cueva detrás del Monasterio de Suso.

POEMA DE SANTA ORIA
Gonzalo de Berceo

INDICE
Prólogo
Introducción
Primera visión
Segunda visión
Tercera visión
Muerte de Oria
Epílogo

PRÓLOGO
1
En el nombre del Padre    que nos quiso criar
e de don Jesu Christo    qui nos vino salvar
e del Spíritu Sancto,    lumbre de confortar,
de una sancta virgen    quiero versificar.
2
Quiero en mi vegez,    maguer so ya cansado,
de esta sancta virgen    romançar su dictado;
que Dios por el su ruego    sea de mí pagado
e non quiera vengança    tomar del mi pecado.
3
Luego en el comienço    e en la primería,
a ella mercet pido,    ella sea mi guía;
ruegue a la Gloriosa,    Madre Sancta María,
que sea nuestra guarda    de noche e de día.
4
Bien es que vos digamos,    luego en la entrada,
cuál nombre li pusieron    cuando fue baptizada,
como era preciosa    más que piedra preciada,
nombre avié de oro,    Oria era llamada.
5
Como diz del apóstol    Sant Pablo la lectión,
fue esta sancta virgen    vaso de electión,
ca puso Dios en ella    complida bendición
e vido en los Cielos    mucha grant visïón.
6
Qui en esto dubdare    que nos versificamos,
que non es esta cosa    tal como nos contamos,
pecará duramente    en Dios que adoramos,
ca nos cuanto dezimos    escripto lo fallamos.
7
El qui lo escrivió    non dirié falsedat,
que omne bueno era,    de muy grant sanctidat;
bien conosció a Oria,    sopo su poridat,
en todo cuanto dixo,    dixo toda verdat.
8
Muño era su nombre,    omne fue bien letrado,
sopo bien su fazienda,    él fizo el dictado,
aviégelo la madre    todo bien razonado,
que non querrié mentir    por un rico condado.
9
Dello sopo de Oria,    de la madre lo ál,
de ambas era elli    maestro muy leal.
Dios nos dé la su gracia    el Reÿ Spirital
que allá nin aquí    nunca veamos mal.
10
Avemos en el prólogo    nos mucho detardado,
sigamos la estoria,    esto es aguisado;
los días son non grandes,    anochezrá privado,
escrivir en tiniebra    es un mester pesado.

INTRODUCCIÓN
11
Essa virgen preciosa    de quien fablar solemos
fue de Villa Vellayo,    segunt lo que leemos;
Amuña fue su madre,    escripto lo tenemos,
García fue el padre,    en letra lo avemos.
12
Fue de Villa Velayo    Amuña natural,
el su marido sancto,    García, otro tal;
siempre en bien punaron,    partiéronse de mal,
cobdiciavan la gracia    del Reÿ Celestial.
13
Omnes eran cathólicos,    vivién vida derecha,
davan a los señores    a cascuno su pecha,
non fallava en ellos    el dïablo retrecha,
el que todas sazones    a los buenos asecha.
14
Nunca querién sus carnes    mantener a gran vicio,
ponién toda femencia    en fer a Dios servicio,
esso avién por pascua    e por muy grant delicio,
a Dios ponién delante    en todo su oficio.
15
Rogavan a Dios siempre    de firme coraçón,
que lis quisiesse dar    alguna criazón,
que fues al su servicio,    que pora otri non,
e siempre mejorasse    esta devocïón.
16
Si lis dio otros fijos    non lo diz la leyenda,
mas diolis una fija    de spiritual fazienda,
que ovo con su carne    baraja e contienda,
por consentir al cuerpo    nunca soltó la rienda.
17
Sanctos fueron sin dubda    e justos los parientes
que fueron de tal fija    engendrar merescientes;
de niñez fazié ella    fechos muy convenientes,
sedién marabilladas    ende todas las gentes.
18
Apriso las costumbres    de los buenos parientes,
cuanto li castigavan    ponié en ello mientes,
con ambos sus labriellos    apretava sus dientes,
que non salliessen dende    vierbos desconvenientes.
19
Desque mudó los dientes,    luego a pocos años,
pagávase muy poco    de los seglares paños,
vistió otros vestidos    de los monges calaños,
podrién pocos dineros    valer los sus peaños.
20
Desemparó el mundo    Oria, toca negrada,
en un rencón angosto    entró emparedada,
sufrié grant astinencia,    vivié vida lazrada,
por ond ganó en cabo    de Dios rica soldada.
21
Quiso seer la madre    de más áspera vida,
entró emparedada,    de celicio vestida,
martiriava sus carnes    a la mayor medida,
que non fuesse la alma    del dïablo vencida.
22
Si ante fuera buena    fue después muy mejor,
plazié el su servicio    a Dios Nuestro Señor,
los pueblos de la tierra    fazienli grant honor,
salié a luengas tierras    la su buena loor.
23
Dexemos de la madre,    en la fija tornemos,
essas laudes tengamos    cuyas bodas comemos;
si nos cantar sopiéremos    grant materia tenemos,
menester nos será    todo sen que avemos.
24
De suso la nombramos,    acordarvos podedes,
emparedada era,    yazié entre paredes,
avié vida lazrada    cual entender podedes,
si su vida leyerdes    assí lo provaredes.
25
Era esta reclusa    vaso de caridat,
templo de pacïencia    e de humilidat,
non amava palabras    oír de vanidat,
luz era e confuerto    de la su vezindat.
26
Por que angosta era    la emparedación,
teniela por muy larga    el su buen coraçón;
siempre rezava psalmos    e fazié oración,
foradava los Cielos    la su devocïón.
27
Tanto fue Dios pagado    de las sus oraciones
que li mostró en Cielo    tan grandes visïones
que devién a los omnes    cambiar los coraçones;
non las podrién contar    palabras nin sermones.

PRIMERA  VISIÓN.
28
Tercera noche era    después de Navidat,
de Sancta Eügenia    era festividat,
vido de visïones    una infinidat,
onde parez que era    plena de sanctidat.
29
Después de las matinas,    leída la lectión,
escuchola bien Oria    con grant devocïón,
quiso dormir un poco,    tomar consolación,
vido en poca hora    una grant visïón.
30
Vido tres sanctas vírgines    de grant auctoridat,
todas tres fueron mártires    en poquiella edat;
Agatha en Cataña,    essa rica ciudat,
Olalia en Melérida,    niña de grant beldat.
31
Cecilia fue tercera    una mártir preciosa,
que de don Jesu Christo    quiso seer esposa,
non quiso otra suegra    si non la Glorïosa,
que fue mucho más bella    que nin lilio nin rosa.
39
«Fija», dixo Ollalia,    «tú tal cosa non digas,
ca as sobre los Cielos    amigos e amigas;
assí mandas tus carnes    e assí las aguisas
que por sobir los Cielos    tú digna te predigas.
40
Rescibe est consejo,    la mi fija querida,
guarda esta palomba,    todo lo ál olvida,
tú ve do ella fuere,    non serás decebida,
guíate por nos, fija,    ca Chritus te combida».
41
Oyendo est consejo    que Olalia li dava,
alçó Oria los ojos    arriba ond estava,
vido una columna,    a los Cielos pujava,
tant era de enfiesta    que avés la catava.
42
Avié en la columna    escalones e gradas,
veer solemos tales    en las torres obradas,
yo sobí por algunas,    esto muchas vegadas,
por tal suben las almas    que son aventuradas.
43
Cuando durmié Jacob    cerca de la carrera,
vido subir los ángeles    por una escalera,
aquesta reluzía,    ca obra de Dios era,
estonz perdió la pierna,    en essa lit vezera.
44
Moviosse la palomba,    començó de volar,
suso contra los Cielos    començó de pujar,
catávala don Oria    dónde irié posar,
non la podié por nada    de voluntat sacar.
45
Empeçaron las vírgenes    lazradas a sobir,
empeçolas la dueña    reclusa a seguir;
cuando cató don Oria,    Dios lo quiso complir,
fue puyada en somo    por verdat vos dezir.
46
Ya eran, Deo gracias,    las vírgenes ribadas,
eran de la columna    en somo aplanadas,
vidieron un buen árbol,    cimas bien compassadas,
que de diversas flores    estavan bien pobladas.
47
Verde era el ramo,    de fojas bien cargado,
fazié sombra sabrosa    e logar muy temprado,
tenié redor el tronco    marabilloso prado,
más valié esso solo    que un rico regnado.
48
Estas cuatro donzellas,    ligeras más que biento,
obieron con est árbol    plazer e pagamiento,
subieron en él todas,    todas de buen taliento,
abién en él folgura,    en él grant complimiento.
49
Estando en el árbol    estas dueñas contadas,
sus palomas en manos,    alegres e pagadas,
vidieron en el Cielo    finiestras foradadas,
lumbres salién por ellas,    de dur serién contadas.
50
Salieron tres personas    por essas averturas,
cosas eran angélicas    con blancas vestiduras,
sendas vergas en manos    de preciosas pinturas,
vinieron contra ellas    en humanas figuras.
51
Tomaron estas vírgenes    estos sanctos barones,
como a sendas péñolas    en aquellos bordones,
pusiéronlas más altas,    en otras regïones,
allá vidieron muchas    honradas processiones.
52
Don Oria la reclusa,    de Dios mucho amada,
como la ovo ante    Olalia castigada,
catando la palomba,    como bien acordada,
subió en pos las otras    a essa grant posada.
53
Puyava a los Cielos    sin ayuda ninguna,
non li fazié embargo    nin el sol nin la luna,
a Dios avié pagado    por manera alguna,
si non, non subrié tanto    la fija de Amunia.
54
Entraron por el Cielo    que avierto estava,
alegrosse con ellas    la cort que y morava,
plógolis con la cuarta    qui las tres aguardava,
por essa serraniella    menos non se preciava.
55
Aparesciolis luego    una muy grant compaña,
en bestiduras albas,    fermosas por fazaña,
semejoli a Oria    una cosa extraña,
ca nunca vido cosa    de aquesta calaña.
56
Preguntó a las otras    la de Villa Velayo:
«Dezitme qué es esto,    por Dios e Sant Pelayo,
en el mi coraçón    una grant dubda trayo,
mejor parescen éstos    que las flores de mayo».
57
Dixiéronli las otras:    «Oye, fija querida,
calonges fueron éstos,    omnes de sancta vida,
tovieron en el mundo    la carne apremida,
agora son en Gloria,    en leticia complida».
58
Conosció la reclusa    buenos cuatro barones,
los que nunca vidiera    en ningunas sazones,
Bartolomeo, ducho    de escrivir passiones,
don Gómez de Massiella    que dava bien raciones.
59
Don Xemeno tercero,    un vezino leal,
del varrio de Vellayo    fue ésti natural,
Galindo, su criado,    cual él bien otro tal,
que sopo de bien mucho    e sabié poco mal.
60
Fueron más adelante    en essa romería,
las mártires delante,    la freira en su guía,
aparesciolis otra,    asaz grant compañía,
de la de los calonges    avié grant mejoría.
61
Todos vestién casullas    de preciosos colores,
blagos en la siniestras,    como predicadores,
cálices en las diestras,    de oro muy mejores,
semejavan ministros    de preciosos señores.
62
Demandó la serrana    qué eran esta cosa:
«¿Qué procesión es ésta,    tan grant e tan preciosa?».
Dixéronli las mártires    respuesta muy sabrosa:
«Obispos fueron éstos,    sierbos de la Gloriosa.
63
Porque daban al pueblo    bever de buen castigo,
por end tienen los cálices    cada uno consigo,
refirién con los cuentos    al mortal enemigo,
que engañó a Eva    con un astroso figo».
64
Conosció la reclusa,    en essa procesión,
al obispo don Sancho,    un precioso varón,
con él a don García,    su leal compañón,
que sirvió a don Christo    de firme coraçón.
[...]
65
Dixiéronli las mártires    a Oria la serrana:
«El obispo don Gómez    non es aquí, hermana,
pero que traxo mitra    fue cosa mucho llana,
tal fue como el árbol    que florez e non grana».
66
Visto este convento,    esta sancta mesnada,
fue a otra comarca    esta freira levada,
el coro de las vírgenes,    processión tan honrada,
salieron rescivirla    de voluntad pagada.
67
Salieron recivirla    con responsos doblados,
fueron a abraçarla    con los brazos alçados,
tenién con esta novia    los cueres bien pagados,
non fizieran tal gozo    años avié passados.
68
Embargada fue Oria    con el recebimiento,
ca tenié que non era    de tal merecimiento,
estava atordida,    en grant desarramiento,
pero nunca de cosa    ovo tal pagamiento.
69
Si del Reÿ de Gloria    li fuesse otorgado.
fincarié con las vírgenes    de amor e de grado,
mas aún essi tiempo    non era allegado,
de recevir soldada    del lazerio passado.
70
El coro de las vírgenes,    una fermosa az,
diéronli a la freira    todas por orden paz.
Dixiéronli: «Contigo,    Oria, mucho nos plaz,
pora esta compaña    digna eres assaz.
71
Esto por nuestro mérito    nos non lo ganariémos,
esto en que nos somos,    nos non lo mereciémos,
mas el nuestro Esposo,    a quien voto fiziemos,
fízonos esta gracia    porque bien lo quisiemos».
72
Oria que ant estava    mucho embergonzada,
con estos dichos buenos    fízose más osada,
preguntó a las vírgines,    essa sancta mesnada,
por una su maestra    que la ovo criada.
73
Una maestra ovo    de mucha sancta vida,
Urraca li dixieron,    mujer buena complida,
emparedada visco    una buena partida,
era de la maestra    Oria mucho querida.
74
Preguntólis por ella    la freira que oídes:
«Decitme, mis señoras,    por Dios a qui servides,
¿Urraca es en éstas    las que aquí venides?,
grant gracia me faredes    si esto me dezides.
75
Mi ama fue al mundo    ésta por quien demando,
lazró conmigo mucho    e a mí castigando,
querría yo que fuesse    en esti vuestro vando,
por su deudor me tengo,    durmiendo e velando».
76
Dixiéronli las vírgenes    nuebas de grant sabor:
«Essa que tú demandas,    Urraca la seror,
compañera es nuestra    e nuestra morador,
con Justa su discípula,    sierva del Criador».
77
«Ruégovos», dixo Oria,    «por Dios que la llamedes,
si me la demostrardes    grant merced me faredes,
yo por la su doctrina    entré entre paredes,
yo ganaré y mucho,    vos nada non perdredes».
78
Clamáronla por nombre    las otras compañeras,
respondiolis Urraca    a las vezes primeras,
conosció la voz Oria,    entendió las señeras,
mas non podió veerla    por ningunas maneras.
79
La az era muy luenga,    esso la embargava,
que non podié veerla,    ca en cabo estava;
levola adelante    la voz que la guiava,
pero a la maestra    nunca la olbidava.
80
En cabo de las vírgines,    toda la az passada,
falló muy rica siella    de oro bien labrada,
de piedras muy preciosas    toda engastonada,
mas estava vazía    e muy bien seellada.
81
Vedié sobre la siella    muy rica acithara,
non podrié en est mundo    cosa seer tan clara,
Dios sólo faz tal cosa    que sus siervos empara,
que non podrié comprarla    toda alfoz de Lara.
82
Una dueña fermosa    de edat mancebiella,
Voxmea avié nombre,    guardava esta siella;
darié por tal su regno    el reÿ de Castiella,
e serié tal mercado    que serié por fabliella.
83
Vido más adelante,    en un apartamiento,
de sanctos hermitaños    un precioso combiento,
que sufrieron por Christo    mucho amargo viento,
por ganar a las almas    vida e guarimiento.
84
Conosció entre todos    un monge ordenado,
don Monio li dixieron,    como diz el dictado,
a otro su discípulo,    Muño era llamado,
que fue de Valvanera    buen abat consagrado.
85
Y vido a Galindo,    en essa compañía,
ladrones lo mataron    en la hermitañía,
y vido a su padre    que llamavan García,
aquelli que non quiso    seguir nulla follía.
86
Alçó Oria los ojos    escontra aquilón,
vido grandes compañas,    fermosa criazón,
semejavan vestidos    todos de vermejón;
preguntó a las otras:    «Éstos ¿qué cosa son?».
87
Dixiéronli las vírgines    que eran sus guionas:
«Todos éstos son mártires,    unas nobles personas,
dexáronse matar    a colpes de azconas,
Jesu Christo por ende    diolis ricas coronas.
88
Allí es Sant Estevan,    qui fue apedreado,
Sant Lorent el que César    ovo después assado,
Sant Vicent el caboso,    de Valerio criado,
mucho otro buen lego,    mucho buen ordenado».
89
Vido a los apóstolos    más en alto logar,
cascuno en su trono    en qui devié juzgar;
a los evangelistas    y los vido estar,
la su claridat omne    non la podrié contar.
90
Éstos son nuestros padres,    cabdiellos generales,
príncipes de los pueblos,    son omnes principales,
Jesu Christo fue Papa,    éstos los cardenales,
que sacaron del mundo    las serpientes mortales.
91
Dexemos lo ál todo,    a la siella tornemos,
la materia es alta,    temo que pecaremos,
mas en esto culpados    nos seer non devemos,
ca ál non escrevimos,    si non lo que leemos.
92
De suso lo dixiemos,    la materia lo dava,
Voxmea avié nombre    qui la siella guardava,
como rayos del sol    así relampagava,
bien fue felix la alma    pora la que estava.
93
Vistié esta manceba    preciosa vestidura,
más preciosa que oro,    más que la seda pura,
era sobreseñada    de buena escriptura,
non cubrió omne vivo    tan rica cobertura.
94
Avié en ella nombres    de omnes de grant vida,
que servieron a Christo    con voluntad complida,
pero de los reclusos    fue la mayor partida,
que domaron sus carnes    a la mayor medida.
95
Las letras de los justos    de mayor sanctidat
parescién más leíbles,    de mayor claridat;
los otros más so rienda,    de menor sanctidat,
eran más tenebrosas,    de grant obscuridat.
96
Non se podié la freira    de la siella toller,
díxoli a Voxmea    que lo querrié saver,
esti tan grant adobo,    cúyo podrié seer,
ca non serié por nada    comprado por aver.
97
Respondioli Voxmea,    díxoli buen mandado:
«Amiga, bien as fecho    e bien as demandado,
todo esto que vees    a ti es otorgado,
ca es del tu servicio    el Criador pagado.
98
Todo esti adobo    a ti es comendado,
el solar e la silla,    Dios sea end laudado,
si non te lo quitare    consejo del pecado,
el que fizo a Eva    comer el mal bocado».
99
«Si como tú me dizes»,    díxoli Sancta Oria,
«a mí es prometida    esta tamaña gloria,
luego en esti tálamo    querría seer novia,
non querría del oro    tornar a la escoria».
100
Respondioli la otra,    como bien razonada:
«Non puede seer esso,    Oria, esta vegada;
de tornar as al cuerpo,    yazer emparedada,
fasta que sea toda    tu vida acabada».
101
Las tres mártires sanctas    que con ella vinieron,
en ninguna sazón    d’ella non se partieron,
siempre fueron con ella,    con ella andidieron,
fasta que a su casa    misma la aduxieron.
102
Rogó a estas sanctas    de toda voluntat,
que rogassen por ella    al Rey de Majestat,
que gelo condonasse    por la su pïadat
de fincar con Voxmea    en essa heredat.
103
Rogaron a Dios ellas    cuanto mejor sopieron,
mas lo que pidié ella    ganar non lo podieron;
fablolis Dios del Cielo,    la voz bien la oyeron,
la su majestat grande,    pero non la vidieron.
104
Díxolis: «Piense Oria    de ir a su logar,
non vino aún tiempo    de aquí habitar;
aún ave un poco    el cuerpo a lazrar,
después verná el tiempo    de la siella cobrar».
105
Como asmava Oria    a su entendimiento,
oyó fablar a Christo    en essi buen conviento,
mas non podió veerlo    a todo su taliento,
ca bien lieve non era    de tal merecimiento.
106
«Señor», dixo, «e Padre,    pero que non te veo,
de ganar la tu gracia    siempre ovi deseo,
si una vez saliero    del solar en que seo,
non tornaré y nunca    segunt lo que yo creo.
107
Los Cielos son much altos,    yo pecadriz mezquina,
si una vez tornaro    en la mi calabrina
non fallaré en mundo    señora nin madrina,
por qui yo esto cobre,    nin tardi nin aína».
108
Díxo·l aún de cabo    la voz del Criador:
«Oria, del poco mérito    non ayas nul temor,
con lo que as lazrado    ganesti mi amor,
quitar non te lo puede    ningún escantador.
109
Lo que tú tanto temes    e estás desmedrida,
que los Cielos son altos,    enfiesta la subida,
yo te los faré llanos,    la mi fija querida,
que non abrás embargo    en toda tu venida.
110
De lo que tanto temes    non serás embargada,
non abrás nul embargo,    non te temas por nada.
Mi fija, benedicta    vayas e sanctiguada,
torna a tu casiella,    reza tu matinada».
111
Tomáronla las mártires    que ante la guiaron,
por essa escalera    por la que la levaron,
en muy poquiello rato    al cuerpo la tornaron,
espertó ella luego    que ellas la dexaron.
112
Abrió ella los ojos,    cató en derredor,
non vido a las mártires,    ovo muy mal sabor;
vídose alongada    de muy grande dulçor,
avié muy grande cuita    e sobejo dolor.
113
Non cuidava veer    la hora ni el día
que podiesse tornar    a essa confradía;
doliesse de la siella    que estava vazía,
siella que Dios fiziera    a tan grant maestría.
114
Por estas visïones    la reclusa don Oria
non dio en sí entrada    a nulla vanagloria;
por amor de la alma    non perder tal victoria,
non fazié a sus carnes    nulla misericordia.
115
Martiriava las carnes    dándolis grant lazerio,
cumplié días e noches    todo su ministerio,
yeyunios e vigilias    e rezar el salterio;
querié a todas guisas    seguir el Evangelio.
116
El Reÿ de los Reyes,    Señor de los señores,
en cuya mano yazen    justos e pecadores,
quiso sacar a Oria    de estos baticores,
e ferla compañera    de compañas mejores.
117
Onze meses señeros    podrién seer passados,
desque vido los pleitos    que avemos contados,
de sanctos e de sanctas    combentos much honrados,
mas non los avié Oria    encara olbidados.
118
En essi mes onzeno    vido grant visïón,
tan grant como las otras    las que escriptas son,
non se partié Dios della    en ninguna sazón,
ca siempre tenié ella    en Él su coraçón.

SEGUNDA  VISIÓN.
119
Tercera noche ante    del mártir Saturnino,
que cae en nobiembre    de Sant Andrés vezino,
vínoli una gracia,    mejor nunca lí vino,
más dulz e más sabrosa    era que pan nin vino.
120
Serié la meatat    de la noche passada,
avié mucho velado,    Oria era cansada,
acostose un poco,    flaca e muy lazrada,
non era la cameña    de molsa ablentada.
121
Vido venir tres vírgines,    todas de una guisa,
todas venién vestidas    de una blanca frisa,
nunca tan blanca vido    nin toca nin camisa,
nunca tal cosa ovo    nin Génüa nin Pisa.
122
Todas eran iguales,    de una calidat,
de una captenencia    e de una edat;
ninguna a las otras    non vencié de bondat,
trayén en todas cosas    todas tres igualdat.
123
Trayén estas tres vírgines    una noble lechiga,
con adobos reales,    non pobres nin mendiga;
fabláronli a Oria,    de Dios buena amiga:
«Fija, oÿ un poco,    sí Dios te benediga.
124
Liévate de la tierra,    que es fría e dura,
subí en esti lecho,    yazrás más en mollura;
he aquí, la Reïna    desto seÿ segura
si te falla en tierra,    abrá de ti rencura».
125
«Dueñas», díxolis Oria,    «non es esso derecho,
pora viejo e flaco    combiene esti lecho,
yo valient so e niña    por sofrir todo fecho,
si yo y me echasse,    Dios avrié end despecho.
126
Lecho quiero yo áspero    de sedas aguijosas,
non merescen mis carnes    yazer tanto viciosas;
por Dios que non seades    en esto porfidiosas,
pora muy grandes omnes    son cosas tan preciosas».
127
Tomáronla las vírgines    dándo·l grandes sossaños,
echáronla a Oria    en essos ricos paños;
Oria con grant cochura    dava yemdos extraños,
ca non era vezada    entrar en tales vaños.
128
Luego que fue la freira    en el lecho echada,
fue de bien grandes lumbres    la ciella alumbrada,
fue de vírgines muchas    en un rato poblada,
todas venién honrarla    a la emparedada.
129
Ende a poco rato    vino Sancta María,
vínolis a las vírgines    gozo e alegría;
como con tal Señora    todas avién buen día,
allí fue adonada    toda la confradría.
130
Dixiéronli a Oria:    «Tú que yazes soñosa,
levántate, recibi    a la Virgo Gloriosa,
que es Madre de Christo    e Fija e Esposa;
serás mal acordada    si fazes otra cosa».
131
Respondiolis la freira    con grant humilidat:
«Si a ella ploguiesse    por la su pïadat,
que yo llegar podiesse    a la su Majestat,
cadría a sus piedes    de buena voluntat».
132
Abés avié don Oria    el biervo acabado,
plegó la Glorïosa,    ¡Dios tan buen encontrado!,
relumbró la confita    de relumbror doblado;
qui oviesse tal huéspeda    serié bien venturado.
133
La Madre benedicta,    de los Cielos Señora,
más fermosa de mucho    que non es la aurora,
non lo puso por plazo    nin sola una hora,
fue luego abraçarla    a Oria la serora.
134
Ovo con el falago    Oria grant alegría,
preguntoli si era    ella Sancta María.
«Non ayas nulla dubda»,    díxo·l, «fijuela mía,
yo so la que tú ruegas    de noche e de día.
135
Yo so Sancta María    la que tú mucho quieres,
que saqué de porfazo    a todas las mugieres.
Fija, Dios es contigo,    si tú firme sovieres,
irás a grant riqueza,    fija, cuando murieres».
136
«Madre», díxoli Oria,    «si tú eres María,
de la que fabló tanto    el barón Isaía,
por seer bien certera    algún signo querría,
por que segura fuesse    que salvarme podría».
137
Díxo·l la Glorïosa:    «Oria, la mi lazrada,
que de tan luengos tiempos    eres emparedada,
yo te daré un signo,    señal buena provada,
si la señal vidieres    estonz serás pagada.
138
Esto ten tú por signo,    por certera señal:
ante de pocos días    enfermarás muy mal,
serás fuert embargada    d’enfermedat mortal,
cual nunca la oviste    terrasla bien por tal.
139
Veraste en grant quexa,    de muert serás cortada,
serás a pocos días    d’esti mundo passada,
irás do tú codicias,    a la silla honrada,
la que tiene Voxmea    pora ti bien guardada».

TERCERA  VISIÓN.
[...]
140
En cuita yazié Oria,    dentro en su casiella,
sedié un grant convento    de fuera de la ciella,
rezando su salterio    cascuno en su siella,
e non tenié ninguno    enxuta la maxiella.
141
Yaziendo la enferma    en tal tribulación,
maguera entre dientes    fazié su oración,
querié batir sus pechos,    mas non avié sazón,
pero querié la mano    alçar en essi son.
142
Traspúsose un poco    ca era quebrantada,
fue a Mont Oliveti    en visïón levada,
vido y tales cosas    de que fue saborgada;
si non la despertassen    cuidó seer folgada.
143
Vido redor el monte    una bella anchura,
en ella de olivos    una grant espessura,
cargados de olivas    mucho sobre mesura,
podrié bevir so ellos    omne a grant folgura.
144
Vido por essa sombra    muchas gentes venir,
todas venién gradosas    a Oria rescebir,
todas bien aguisadas    de calçar e vestir;
querién si fuesse tiempo    al Cielo la sobir.
145
Eran estas compañas    de preciosos barones,
todos bestidos eran    de blancos ciclatones,
semejavan de ángeles    todas sus guarniciones;
otras tales vidiera    en algunas sazones.
146
Vido entre los otros    un omne ancïano,
don Sancho li dixieron,    barón fue massellano;
nunca lo ovo visto    ni·l tanso de la mano,
pero la serraniella    conosció al serrano.
147
La madre con la ravia    non se podié folgar,
ca todos se cuidavan    que se querié passar,
metiose en la casa    por la cosa probar,
començó de traerla,    ovo a despertar.
148
Con esto la enferma    ovo muy grant pesar,
en aquella sazón    non querrié espertar,
ca sedié en grant gloria,    en sabroso logar,
e cuidava que nunca    allá podrié tornar.
149
Aviélis poco grado    a los despertadores,
siquiere a la madre,    siquier a las sorores,
ca sedié en grant gloria,    entre buenos señores,
que non sintié un punto    de todos los dolores.
150
Disié entre los dientes    con una voz cansada:
«Monte Oliveti, Monte Oliveti»,    ca non dizié ál nada;
non gelo entendía    nadi de la posada,
ca non era la voz    de tal guisa formada.
151
Otras buenas mugeres    que cerca li sedién,
vedién que murmurava,    mas no la entendién;
por una maravilla    esta cosa avién,
estavan en grant dubda    si era mal o bien.
152
La madre de la dueña    fizo a mí clamar,
fízome en la casa    de la fija entrar,
yo que la afincasse,    si podiesse fablar,
ca querié dezir algo,    non la podién entrar.
153
Dixiéronli a ella,    cuando yo fui entrado:
«Oria, abri los ojos,    oirás buen mandado;
rescibe a don Muño,    el tu amo honrado,
que viene despedirse    del tu buen gasajado».
154
Luego que lo oyó    este mandado Oria,
abrió ambos los ojos,    entró en su memoria,
e dixo: «Ay mezquina,    estava en grant gloria,
porque me despertaron    so en grant querimonia.
155
Si sólo un poquiello    me oviessen dexada,
grant amor me fizieran,    sería terminada,
ca entre tales omnes    era yo arribada
que contra los sus bienes    el mundo non es nada».
156
Ovo d’estas palabras    Muño mucho plazer.
«Amiga», dixo, «esto    fáznoslo entender,
bien non lo entendemos,    querriémoslo saver;
esto que te rogamos    tú déveslo fazer».
157
«Amigo», dixo ella,    «non te mintré en nada,
por fazer el tu ruego    mucho so adebdada,
fui a Mont Oliveti    en visïón levada,
vidi y tales cosas    por que so muy pagada.
158
Vidi y logar bueno,    sobra buen arbolado,
el fructo de los árboles    non sería preciado,
de campos grant anchura,    de flores grant mercado,
guarrié la su olor    a omne entecado.
159
Vidi y grandes gentes    de personas honradas,
que eran bien bestidas,    todas, e bien calçadas,
todas me recibieron    con laudes bien cantadas,
todas eran en una    voluntat acordadas.
160
Tal era la compaña,    tal era el logar,
omne que y morasse    nunca verié pesar;
si yo oviesse más    un poco y estar,
podría muchos bienes    ende acarrear».
161
Díxo·l Muño a Oria:    «¿Cobdicias allá ir?».
Díxo·l a Muño Oria:    «Yo sí, más que vivir,
e tú non perdriés nada    de conmigo venir».
Díxo·l Muño: «Quisiésselo    esso Dios consintir».
162
Con sabor de la cosa    quísose levantar,
como omne que quiere    en carrera entrar.
Díxole Muño: «Oria,    fuelga en tu logar,
non es agora tiempo    por en naves entrar».
163
En esta pleitesía    non quiero detardar,
si por bien lo tobierdes    quiérovos destajar,
a la fin de la dueña    me quiero acostar,
levarla a la siella,    después ir a folgar.

MUERTE  DE ORIA.
164
El mes era de março,    la segunda semana,
fiesta de Sant Gregorio,    de Leandre cormana,
hora cuando los omnes    fazen meridïana,
fue quexada la dueña    que siempre bistié lana.
165
La madre de la dueña,    cosa de Dios amada,
del duelo de la fija    estava muy lazrada;
non dormiera la noche,    estava apesgada,
lo que ella comía    non era fascas nada.
166
Yo Muño e don Gómez    cellerer del logar,
oviemos a Amuña    de firmes a rogar,
que fuese a su lecho    un poquiello folgar,
ca nos la guardariemos    si quisiesse passar.
167
Cuanto fue acostada,    fue luego adormida,
una visïón vido    que fue luego complida,
vido a su marido,    omne de sancta vida,
padre de la reclusa    que yazié mal tañida.
168
Vido a don García    qui fuera su marido,
padre era de Oria,    bien ante fue transido;
entendió bien que era    por la fija venido,
a que era sin dubda    el su curso complido.
169
Vido con don García    tres personas seer,
tan blancas que nul omne    no lo podrié creer,
todas de edat una    e de un parescer,
mas non fablavan nada    ni querién signas fer.
170
Preguntoli Amuña:    «Dezitme, don García,
cuál es vuestra venida,    yo saverlo querría,
sí vos vala don Christo,    Madre Sancta María,
dezitme de la fija    si verá cras el día».
171
«Sepas», dixo García,    «fágote bien certera,
cerca anda del cabo,    Oria, de la carrera,
cuenta que es finada,    ca la hora espera,
es de las sus jornadas    ésta la postremera».
172
Despierta fue Amuña,    la visïón passada,
si ante fue en cuita,    después fue más coitada,
ca sabié que la fija    serié luego passada,
e que fincarié ella    triste e desarrada.
173
Non echó esti sueño    la dueña en olbido,
ni lo que li dixiera    García su marido;
recontógelo todo    a Muño su querido,
él decorolo todo    como bien entendido.
174
Bien lo decoró esso    como todo lo ál,
bien gelo contó ella,    non lo priso él mal;
por end de la su vida    fizo libro caudal,
yo end lo saqué esto    de essi su missal.
175
Conjurola Amuña    a su fijuela Oria:
«Fija, sí Dios vos lieve    a la su Sancta Gloria,
si visïón vidiestes    o alguna istoria,
dezítmelo de mientre    avedes la memoria».
176
«Madre», dixo la fija,    «qué m’afincades tanto;
dexatme, sí vos vala    Dios el buen Padre Sancto,
assaz tengo en mí    lazerio e quebranto,
más me pesa la lengua    que un pesado canto.
177
Queredes que vos fable,    yo non puedo fablar,
veedes que non puedo    la palabra formar.
Madre, si me quisierdes    tan mucho afincar,
ante de la mi hora    me puedo enfogar.
178
Madre, si Dios quisiesse    que podiesse bevir,
aún assaz tenía    cosas que vos dezir,
mas cuando no lo quiere    el Crïador sofrir,
lo que a Él ploguiere    es todo de sofrir».
179
Fue·l viniendo a Oria    la hora postremera,
fuesse más aquexando,    boca de noche era,
alço la mano diestra    de fermosa manera,
fizo cruz en su fruente,    santiguó su mollera.
180
Alço ambas las manos,    juntolas en igual,
como qui riende gracias    al Reÿ Spirital;
cerró ojos e boca    la reclusa leal,
rendió a Dios la alma,    nunca más sintió mal.
181
Avié buenas compañas    en essi passamiento,
el buen abat don Pedro,    persona de buen tiento,
monges e hermitaños,    un general conviento,
éstos fazién obsequio    e todo complimiento.
182
Fue esti sancto cuerpo    ricamente guardado,
en sus paños de orden    ricament aguisado,
fue muchas de vegadas    el psalterio rezado,
non se partieron delli    fasta fue soterrado.
183
Si entender queredes    toda certanidat,
dó yaze esta dueña    de tan grant sanctidat,
en Sant Millán de Suso,    ésta es la verdat,
fáganos Dios por ella    merced e caridat.
184
Cerca de la iglesia    es la su sepultura,
a pocas de passadas,    en una angustura,
dentro en una cueba,    so una piedra dura,
como merescié ella,    non de tal apostura.
185
La fija e la madre,    ambas de sancta vida,
como ovieron siempre    grant amor e complida,
en la muerte y todo    non an cosa partida,
cerca yaze de Oria    Amuña sepelida.
186
Cuerpos son derecheros,    que sean adorados,
ca sufrieron por Christo    lazerios muy granados;
ellas fagan a Dios    ruegos multiplicados,
que nos salve las almas,    perdone los pecados.
187
Aún non me querría,    señores, espedir,
aún fincan cosiellas    que vos e de dezir;
la obra començada    bien la quiero complir,
que non aya ninguno    por qué me escarnir.
188
Desque murió la fija,    sancta emparedada,
andava la su madre    por ella fetillada,
sólo que la podiesse    soñar una vegada,
teniese por guarida    e por muy confortada.
189
Sopo Dios entender    bien el su coraçón,
demostroli a Amuña    una grant visïón,
que sopo de la fija    qué era o qué non;
aún esso nos finca    de todo el sermón.

EPÍLOGO.
190
Cayó una grant fiesta,    un día señalado,
día de cincüesma    que es mayo mediado;
ensoñó esta dueña    un sueño deseado,
por cual muchas vegadas    ovo a Dios rogado.
191
Cantadas las matinas,    la licencia soltada,
que fuesse quis quisiesse    folgar a su posada,
acostose un poco    Amuña bien lazrada,
e luego ensoñó    la su fija amada.
192
Abraçáronse ambas    como fazién en vida.
«Fija», dixo la madre,    «avédesme guarida,
quiero que me digades    cuál es vuestra venida,
o si sodes en pena    o sodes end salida».
193
«Madre», dixo la fija,    «fiesta es general,
como Resurrectión    o como la Natal;
oy prenden los christianos    el Cevo Spirital,
el cuerpo de don Christo,    mi Señor natural.
194
Pascua es en que deven    christianos comulgar,
recebir Corpus Domini  sagrado en altar.
Yo essi quiero, madre,    rescibir e tomar,
e tener mi carrera,    allá quiero andar.
195
Madre, si bien me quieres,    pro me quieres buscar,
manda llamar los clérigos,    vénganme comulgar,
que luego me querría    de mi grado tornar,
e nin poco nin mucho    non querría tardar».
196
«Fija», dixo la madre,    «¿dó vos queredes ir?».
«Madre», dixo la fija,    «a los Cielos sobir».
«Sin razón me fazedes,    quiérovoslo dezir,
que tan luego queredes    de mí vos despartir.
197
Mas, fija, una cosa    vos quiero demandar:
si en el passamiento    rescibiestes pesar,
o si vos dieron luego    en el Cielo logar,
o voz fizieron ante    a la puerta musar».
198
«Madre», dixo la fija,    «en la noche primera
non entré al palacio,    non sé por cuál manera,
otro día mañana    abriome la portera,
rescibiéronme, madre,    todos por compañera».
199
«Fija, en essa noche    que entrar non podiestes,
¿quién voz fizo compaña    mientre fuera soviestes?».
«Madre, las sanctas vírgines    que de suso oyestes,
sovi en tal delicio    en cual nunca oyestes.
200
La Virgo Glorïosa    lo que me prometió,
ella sea laudada,    ca bien me lo guardó;
en el mi passamiento    de mí non se partió,
de la su sancta gracia    en mí mucha metió».
201
«Otra cosa vos quiero,    mi fija, preguntar:
¿en cuál compaña sodes?,    fazétmelo entrar».
«Madre», dixo la fija,    «estó en buen logar,
cual nunca por mi mérito    non podría ganar.
202
Entre los inocentes    so, madre, heredada,
los que puso Erodes    por Christo a espada.
Yo non lo merezría    de seer tan honrada,
mas plogo a don Christo    la su virtut sagrada».
203
Estas palabras dichas    e muchas otras tales,
Oria la benedicta,    de fechos spiritales,
fuyoli a la madre    de los ojos corales;
despertó luego ella,    mojó los lagremales.
204
Vido sin éstas otras    muy grandes visïones,
de que formarié omne    assaz buenas razones,
mas tengo otras priesas    de fer mis cabazones,
quiero alçarme desto    fasta otras sazones.
205
Gonçalo li dixieron    al versificador,
que en su portalejo    fizo esta lavor;
ponga en él su gracia    Dios el Nuestro Señor,
que vea la su Gloria    en el Regno Mayor.

SOBRE EL POEMA.
La Vida de Santa Oria es un poema hagiográfico medieval castellano compuesto por el sacerdote Gonzalo de Berceo, miembro de la escuela poética denominada Mester de Clerecía.
Narra en cuaderna vía y versos alejandrinos la vida de una monja benedictina que vivió reclusa en el monasterio de San Millán de Suso. La fuente del poema, según el propio autor, era la “Vita Sanctae Aureae” escrita por Muño, el maestro y confesor de la santa y de su madre Amunia, un monje emilianense del siglo XI, texto que no ha llegado a la posteridad. La obra está incompleta y presenta doscientas cinco estrofas; las veintiuna últimas parecen añadidas, quizá por el mismo Berceo. Como es habitual en el autor, consta de tres partes principales, cada una centrada en torno a una visión sobrenatural de la protagonista:   
I, estrofas 25-109;   
II, estrofas 110-136, que narra la visión central de la Virgen;   
III, estrofas 137-179.
El texto se enmarca además entre una introducción (estrofas 1-24) y un epílogo (180-184), formando una estructura ojival tensiva y distensiva en torno a la visión central. Se cree que fue la última obra compuesta por Berceo, en la segunda mitad del siglo XIII y con toda probabilidad después de 1252.
Argumento:
Joaquín Gimeno Casalduero resume así su argumento: "La introducción presenta a Santa Oria, cuenta su vida hasta el momento en que empiezan las visiones; es decir, habla de su patria y de sus padres, refiere su entrada en el monasterio, enumera sus virtudes, y atribuye a esas virtudes los méritos por los que gana la felicidad eterna tras la muerte y la gracia de la visión en esta vida. Terminada la introducción, se desarrollan las tres partes -las tres visiones- sobre las que el poema se levanta. En la primera, visita el cielo Santa Oria y contempla a sus habitantes, su organización y su estructura; contempla también el premio que ha ganado con sus obras y que se le reserva si sabe mantenerlo. En la segunda visión, es Santa María, rodeada de vírgenes, la que visita a la penitente para comunicarle que sus nuevas oraciones y sus sacrificios le han asegurado el premio y que se acerca su muerte, por lo tanto. En la visión tercera, se traslada Oria al Monte de los Olivos y comienza a gozar en él de la eterna bienaventuranza. Es entonces, al terminar la visita, cuando tiene lugar la muerte y enterramiento de la reclusa. El breve epílogo certifica por eso su triunfo".
La estructura del poema parece encaminada a glorificar la muerte de la santa y entre sus propósitos principales están fomentar la piedad popular y, como sostienen Brian Dutton y posteriormente John Walsh, atraer peregrinos y limosnas para el monasterio de San Millán donde se guardaban las reliquias de la santa y que entonces atravesaba una seria crisis económica. Pero en este caso, al contrario que en otros poemas de Berceo, la intención puramente religiosa y devota es más patente, ya que los milagros son mucho más escasos y dominan las visiones: su intención es más bien animar a las monjas de la época, recluidas en monasterios como el de San Millán de la Cogolla, entregadas a la vida contemplativa y dedicadas a la castidad y al sacrificio.
La obra nos ha llegado en un único texto que se conserva en un códice del siglo XIV (F) hoy en la Real Academia Española de la Lengua, y en tres copias del siglo XVIII sacadas de aquel. Una de ellas se encuentra en la llamada Copia de Ibarreta (= I, ms. 93 del archivo de Silos). Otra fue hecha por el P. Diego de Mecolaeta, abad de San Millán (1737-1742), bastante mala, de la que sacó otra copia el poeta ilustrado Tomás de Iriarte que acumula aún más errores y hoy se guarda en la Biblioteca Nacional de España. Al códice del siglo XIV le faltan dos folios, uno de los cuales se perdió después de las copias del siglo XVIII.

Gonzalo de Berceo.
Gonzalo de Berceo (Berceo, c. 1198 - antes de 1264) fue un poeta medieval nacido en Berceo (La Rioja), uno de los máximos representantes del mester de clerecía. Profesó como monje en el monasterio de San Millán de la Cogolla.
Madrid, era una aldea cercana a San Millán de la Cogolla situada en la orilla del río Cárdenas y lindante con el pueblo de Berceo, en la actual provincia de La Rioja. Por tanto, el riojano Gonzalo de Berceo se educó en el cercano monasterio de San Millán de la Cogolla ("en Sant Millán de Suso, fue de niñez criado") y llegó a ser un clérigo secular que trabajó primero como diácono (1221) y luego como preste o presbítero (1237), maestro de los novicios y, según Brian Dutton, notario en efecto del abad Juan Sánchez (1209-1253), en el citado monasterio de San Millán de la Cogolla.
Tuvo un hermano que, como él, era también clérigo. Recibió una educación muy esmerada, pues se formó entre 1222 y 1227 en los recientemente creados estudios generales (un antecedente medieval de las modernas universidades) de Palencia, los primeros que hubo en España y fundados por el obispo don Tello Téllez de Meneses que Berceo nombra en sus obras; allí había cuatro cátedras: teología, derecho canónico, lógica y artes (gramática), por lo que el futuro poeta recibió una formación novedosa y muy superior a la de los otros eclesiásticos de su mismo nivel. Sin embargo, a principios del siglo XIII, el monasterio de San Millán atravesaba un periodo de decadencia de su antiguo esplendor, que el poeta intentó combatir con sus escritos, que fomentaban la devoción, las peregrinaciones y las donaciones en torno a las reliquias de los santos que celebra y que conservaba el monasterio; debió fallecer ya a mediados del siglo XIII, después de 1264.
Berceo fue el más importante representante del mester de clerecía. Depuró el idioma castellano, en su variedad dialectal riojana, para lo cual trasvasó numeroso vocabulario desde el latín (cultismos) y recurrió a fórmulas de la literatura oral tradicional y del mester de juglaría. En su trabajo como notario eclesiástico, y con la intención de paliar la decadencia del monasterio, llegó incluso a falsificar documentos para conseguir que los reacios campesinos pagaran sus contribuciones al mismo.
Sus obras narrativas y didácticas en verso tratan siempre sobre tema religioso, y están constituidas fundamentalmente por hagiografías, esto es, biografías de los santos, en especial aquellos a los que se rendía culto en los monasterios con los que estuvo vinculado: la “Estoria de sennor San Millán”, la “Vida de Sancta Oria, virgen” y “La vida del glorioso confesor Santo Domingo de Silos”, por ejemplo. Actualmente, su obra más conocida son los “Milagros de Nuestra Señora”.
Otras obras suyas son “El duelo que fizo la Virgen María el día de la Pasión de su fijo Jesu Cristo”, “Del sacrificio de la Misa”, “De los signos que aparecerán ante del Juicio”, “el Martiryo de Sant Laurencio”, los “Loores de Nuestra Señora y tres Himnos, dedicados a Jesús, el Espíritu Santo y la Virgen”.
No se muestra como un narrador original, ya que traduce ampliando obras escritas anteriormente en latín (amplificatio); su originalidad y carácter artístico debe apreciarse en el tratamiento de los temas, en el estilo, los detalles costumbristas y adaptaciones a la mentalidad medieval y campesina que añade a dichos relatos. Alguna vez que otra deja caer una pincelada de hondo contenido social:
                “Los omnes soberbiosos que roban los mezquinos / que les tuellen los panes e les beben los vinos / andarán mendigando corvos, como onzinos; / cuntirán eso misme a los malos merinos” (Los signos del juicio final).
El ámbito de creación de su obra es culto, aunque se reviste de una apariencia popular y utiliza elementos tradicionales; la estrofa que emplea para la versificación es la cuaderna vía o tetrástrofo monorrimo: cuatro versos alejandrinos o de catorce sílabas separados cada uno en dos mitades de siete sílabas por una cesura que coincide con final de palabra y grupo fónico, impidiendo toda sinalefa, y con una única rima consonante en todos sus versos.
Se nos han conservado sus doce obras a través de copias dieciochescas de dos códices, uno desaparecido de hacia 1260, y otro desmembrado de hacia 1325; ambos copiaban a su vez un arquetipo original perdido. Se pueden dividir en tres grupos, a los que habría que añadir un cuarto formado por sus tres Himnos (sus traducciones castellanas del Veni Creator Spiritus, del Ave maris stella y de Christe, qui lux es et dies):   
Obras sobre la Virgen María: “Loores de Nuestra Señora”, “Duelo que fizo la Virgen” y “Milagros de Nuestra Señora”.   
Vidas de santos: “Vida de San Millán”, “Vida de Santo Domingo de Silos”, “Poema de Santa Oria” y “El martirio de San Lorenzo”.   
Obras doctrinales: “De los signos que aparecen antes del Juicio Final” y “Del sacrificio de la misa”.

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De Balzac

  “ Finalmente, todos los horrores que los novelistas creen que  están inventando están siempre por debajo de la verdad” .  Coronel Chabert...

– Contra hidalguía en verso -dijo el Diablillo- no hay olvido ni cancillería que baste, ni hay más que desear en el mundo que ser hidalgo en consonantes. (Luis Vélez de Guevara – 1641)

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