Desde mi isla


Desde mi isla veo pasar las tormentas día tras día, corazones rotos y sueños abandonados.
Violentos  huracanes que enfrentan a unos con otros por cuestiones tan materiales o prosaicas como puede ser el dinero, la política o, en definitiva, el poder. Tanto deliberan nuevos argumentos para desacreditar al contrario que ninguno cae en el pequeño detalle de construir palabras armoniosas para salir adelante, rimas balbuceantes para seres ambulantes entre sórdidos callejones plagados de contenedores y podredumbre.
Desde mi isla veo pasar corazones perdidos, sin horizonte, vidas que se consideran destrozadas por abandonos e incomprensiones, soledades y melancolías de sueños fugaces, tan fugaces como la existencia que se escapa día a día, hora a hora, segundo a segundo. Malas noticias: mientras pierdes el tiempo leyendo estas palabras nostálgicas niegas a tu vida segundos para amar un nuevo mañana, un nuevo amor.
Veo, y sigo viendo tras el grueso cristal de mis ojos miopes, esos sueños abandonados, tal vez porque nunca fueron lo realmente importantes como para izarlos en la bandera de tu vivir, para alzarlos en la oscuridad convirtiéndolos en ese lucero azul que ilumina el camino de los que se encuentran perdidos.
¡Tengo un sueño! – gritó Martin Luther King. La vida es sueño y los sueños, sueños son – replicó Calderón. Sueños que vuelan, sueños que se alzan, sueños que nacen a la luz de una pequeña llama. Quizás tus sueños no fueron lo suficientemente importantes como para caminar tras ellos persiguiéndolos como perseguirías una bella dama en una noche oscura; o un billete, de esos que son tan desconocidos para la inmensa mayoría de los humanos, durante el furor de un tornado; o como lucharías para conseguir el mejor puesto en una oficina mediocre y miserable. Hay sueños más importantes que se encuentran en la vida misma y, en el caso que no los encuentres, también puedes buscarlos perdidos en algún rincón de tu corazón.
Desde mi solitaria isla veo y al pasar sigo viendo cual breve es la vida y que estúpida es la ceguera humana. No es más ciego el que no tiene vista sino el que no quiere ver lo bello que es vivir.
Los sueños son la esperanza de una humanidad repleta de grandeza y ganas de salir siempre adelante, un volver a empezar en el tiempo perdido, un nuevo ave Fénix que renace continuamente de sus cenizas. El resto son menudencias producidas por las piedras del camino, pequeñas astillas que duelen mientras que nosotros sigamos queriendo que duelan. Cúrate la herida y sigue caminando que el camino es largo y, cuando menos lo pienses, anochecerá.
Redondilla:
Ayer soñé que soñaba
dulces sueños ensoñados,
mil versos enamorados
que mi alma nos los robaba. MNB (o sea yo)

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– Contra hidalguía en verso -dijo el Diablillo- no hay olvido ni cancillería que baste, ni hay más que desear en el mundo que ser hidalgo en consonantes. (Luis Vélez de Guevara – 1641)

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