Redondillas de Diego de Silva y Mendoza.


Tienen el alma rendida,
mal natural porfiado,
bien violento y acabado,
tu muerte y mi triste vida.

De ir levantando y cayendo,
¡Cuánto ha que pudiera huir!,
si hubiera sido morir
lo que ha sido estar muriendo.

Nada oso desear,
mucho pudiera pedir,
si como se usa morir
se usara resucitar.

Mi desdicha conocida,
porque a morir no me acierte,
dando mi vida a la muerte,
dio a la muerte en mi vida.

La pena no se deshace,
de todo aumento recibe,
que en vida que no se vive
de si la muerte renace.

Porque no durará más,
también probará a matarme,
si no pensara alejarme
tan lejos de donde estás.

Mas si el amor que vive en ti
muerte no le desordena,
no debes de estar sin pena
de la que dejas en mí.

Que cuando le considero,
me consuelo y me fatigo,
y por vivir me persigo
y de no morir me muero.

La muerte no te deshace;
quien te tiene el mal suspende.
Contigo ¿qué no se aprende?
¿Quién sumisión no te hace?

Morir determino,
quiérelo un desvío,
que para fin mío
inventó camino.

Cobarde partida
¿qué mucho es que aciertes,
sin con tantas muertes
tiras a una vida?

Muero confesado
y no arrepentido;
siempre he padecido
como condenado.

Trate de mi entierro
mi inmortal herida;
muerte es de la vida
del alma el destierro.

Y si vida hubiere,
el vivir prohíbe;
como infierno vive,
como vida muere.

Y en mi sepultura
el amor escriba:
La fe quedó viva,
murió la ventura”

Murieron como vivieron
y como cuando vivían:
uno por otro morían,
uno por otro murieron.

Y tórname a confesar
no hallar vida más costosa
ni muerte más rigurosa
como la del esperar.

Que quien conoce su suerte
y adora el brazo y la herida,
no busca muerte a la vida
sino dar vida a la muerte.

Y estimando lo que vi,
por milagro de mi fe,
vivo muriendo estaré
y la muerte viva en mí.

Señora, un dolor mortal
no admite trazas ni medios,
si han de matarme remedios,
más vale morir del mal.

En viéndoos enmudecí,
y diré menos hablando
que este mi morir callando;
diré pues: habla por mí.

Traen el alma vertida
Los ojos que son su puerta;
es va muerte descubierta
y disimulada vida.

Quien vive de una verdad
(de adversidad perseguida)
puede morir de su vida
mejor que de enfermedad.

La vida no se prohíbe
al que a muerte se condena,
que él vive para su pena,
para su vida no vive.

Esperanza desabrida,
poco mejoras mi suerte.
¿Qué importa excusar la muerte
si matas toda la vida?

Muerte viva al que te trata;  
manjar forzoso del yermo;
agua en que pasa el enfermo
el tósigo que la mata.

Altiva y entremetida
donde menos hay por qué,
medio que puso la fe
entre la muerte y la vida.

Eres un largo morir,
ciega a los inconvenientes;
no ves los tiempos presentes
y allanas los por venir.

En las casas grandes tratas,
y aunque en las casas habitas,
la muerte que solicitas
es la misma que dilatas.

Todo lo difícil quieres;
vives mientras no se alcanza;
mantiéneste de tardanza
y con los efectos mueres.
Diego de Silva y Mendoza (1564-1630).

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