Salto al vacío
y la nada me devora
entre tanto hastío
que sale cada mañana.
Voy tranquilo
si tu mano me acompaña,
si tus palabras
se posan
en mi boca,
si tus versos
rompen
las telas del eco
que enmarañan.
Ellos
en sus trajes grises,
de negras arañas,
dicen
que no pasa nada.
Y mientras tanto
aquí sigo solo,
saltando cada mañana.
Miguel Navarro
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