JOSE DE VALDIVIELSO




José de Valdivielso (Toledo, 1565 - Madrid, 1638) fue sacerdote y capellán de grandes personajes toledanos, como el arzobispo Bernardo Sandoval y Rojas o el cardenal infante don Fernando de Austria. Tuvo a su cargo asimismo el rito mozárabe en la catedral primada de Toledo. Fue protegido por Felipe III, quien alentó la preparación de algunas de sus obras. En 1609 se trasladó a Madrid, donde fue censor de libros. Fue un gran amigo de Miguel de Cervantes y sobre todo de Lope de Vega, a quien asistió a la hora de la muerte, según la Fama póstuma de Juan Pérez de Montalbán.

Obras

Como lírico su visión es ingenua, popular, de tono menor. Tuvo como el Fénix una gran sensibilidad para captar la belleza de la lírica popular, que insertó con frecuencia en sus obras. Como poeta su obra es casi toda religiosa y la obra principal es su “Romancero espiritual del Santísimo Sacramento”, Toledo, 1612. Es una colección de poemas en que se adaptan los cantares infantiles y villancicos a los temas eucarísticos. Pero la obra que tuvo más éxito en su época fue sin duda el extenso poema narrativo “Vida, excelencias y muerte del gloriosísimo patriarca San José”, (Toledo, 1604), composición llevada a cabo por encargo del prior de Guadalupe. Compuso también el poema heroico “Sagrario de Toledo”.
 Como autor dramático se le debe el libro “Doce autos sacramentales y dos comedias divinas” (Toledo, 1622), en la que los autos sacramentales destacan más que las obras extensas y no en vano se le considera el precursor de Pedro Calderón de la Barca en otorgar a los autos dimensión alegórica y conceptual. Son particularmente conocidos “El hospital de los locos”, “El villano en su rincón”, “Psiquis y Cupido”, “El hijo pródigo”, “El peregrino”, “La serrana de Plasencia” y “La amistad en el peligro”. Hace poco se editaron además “Las pruebas del linaje humano y encomienda del hombre”, representado en Sevilla durante el Corpus de 1603, y “Las probanzas e hidalguía del hombre”. Otros autos suyos son “El árbol de la vida”, “Los cautivos libres” y “Las ferias del alma”. Entre sus comedias destacan “El ángel de la guardia”, representada en las fiestas de Casarrubios del Monte en 1609, y “La flor de lis de Francia” (representada en Salamanca antes de 1603). Otras son “El loco cuerdo”, “San Simeón” y “El nacimiento de la mejor”.

Letra al Niño Jesús.
Entra en mayo y sale abril;
¡cuán garridico me le vi venir!
Hízose mayo encarnado
el Niño Jesús que adoro,
y entre el pelo rizo de oro,
de hermosas flores cercado.
Como un mayo enamorado,
al alma viene a servir;
¡cuán garridico me le vi venir!
Hecho ya un florido mayo,
por si su Esposa despierta,
quiere plantarse a su puerta
por dar vida a su desmayo;
estrecho le venía el sayo,
y en Belén se le hizo abrir;
¡cuán garridico me le vi venir!
Por servir a sus amores
ciñe sus sienes hermosas
de jazmines y de rosas,
que son de su amor colores;
mas, ¡ay Dios!, que tras las flores,
espinas le han de salir:
¡cuán garridico me le vi venir!
Entra mayo y sale abril;
¡cuán garridico me le vi venir!
José de Valdivielso



Romance de Nuestra Señora

La serrana más hermosa,
la de los ojos serenos,
que al Rey prendió el corazón
con uno de sus cabellos;

la que con una palabra
le traxo hasta su aposento,
y tamañito le puso
dando qué decir al cielo;

la que le puso de suerte
que los grandes de su reyno,
diz que se maravillaron
como tan otro le vieron;

la que le traxo a un portal
en una noche de invierno,
temblando delante della,
estando de amor ardiendo;

la que fue tan venturosa,
que, siendo un pastor su abuelo,
se vio reyna de tres mundos
y madre del que es rey dellos,

oy, con su amor en sus braços
hecho dosel de su pecho,
con él parece que ruega
a Adán, que le está pidiendo,

a sus pies puesto un esclavo
cargado de propios yerros,
el coraçón en los ojos,
le dize humilde estos versos:

"Dadnos, virgen bella,
del nochebueno,
de diversas frutas
y pan del cielo."

El cielo, señora,
que diz que es muy vuestro,
os dio en aguinaldo
quanto tiene bueno.

El Padre a su Hijo,
el Hijo a sí mesmo,
el Hijo y el Padre
al Amor eterno.

"Dadnos estas pasquas
del nochebueno,
de diversas frutas
y pan del cielo."

En el horno virgen
los tres le pusieron,
donde nueve meses
se estuvo coziendo.

Reciente y hermoso
le ponéis al yelo,
porque el hombre pueda
llegar a comerlo.

"Dadnos, virgen bella,
del nochebueno,
de diversas frutas
y pan del cielo."

Pan es de los pobres,
pues alegre veo
que lo dais de gracia,
y gracia con ello.

Pan nuestro se llama,
dadnos el pan nuestro,
que, aunque nos le deis,
se os quedará entero.

"Denos buenas pascuas
el nochebueno,
de diversas frutas
y pan del cielo."
José de Valdivielso



Romance de los Reyes

Señor niño, el que nació
entra una mula y un buey,
y nos traxo como brujos
a medianoche a Belén,

si he de dezir lo que siento,
niño, cosas miro en él,
que mientras más las percollo,
menos las puedo entender.

Diz que sin principio nace,
y apenas ha medio mes
que le vi en somo un pesebre
acabado de nacer;

y por más señas, me acuerdo
que atordido desperté
a los chillidos y vozes
de unos mosicos de bien;

y hize mucho en despertar,
que me descuido, tal vez,
y duermo de una bolada
horas más de ventiséis.

Vi dançar unos danceros,
vi unos baileros también,
y unos canteros cantar,
no por la sol fa mi re.

Y aunque le vi aquella noche,
a verle buelvo, pardiez,
porque, en dexando de verle,
muero por bolverle a ver,

porque diz que tiene gracia
en perdonar y querer,
que quanto en él se ve es lindo,
y más lo que no se ve.

Su madre diz que es donzella
antes del parto y después;
en aquesso no me meto,
que verdad deve de ser.

Mas diga, ¿quién le ha metido
en llorar y padecer,
teniendo en cas de su padre
una vida como un rey?

¿Tan mal le iba por allá,
señor niño? Pues a fe,
que aver por acá venido
lo llore más de una vez.

Sepa, pues, si no lo sabe,
que sí deve de saber,
que enciacá vienen tres reyes,
¡prega a Dios que sea por bien!

Uno tien barbas de prata,
el otro de oro las tien,
el otro, que es más lampiño,
del forro de una sartén;

todo es como un azabache,
dél pueden higas hazer,
y, para que no le ahojen,
las puede al cuello poner.

Con unos fuertes pescueços,
y unas corcobas también,
traen unas como tarascas,
de quien Dios nos libre, amén.

Delante traen una estrella,
dando saltos de prazer,
que si no lo ha por enojo
relampuça en somo dél.

Parece que a caça vienen,
que la estrella el ventor es,
y que, parada la caça,
se la señala a los tres.

Pero guárdese del negro,
porque a fe que es de temer,
por lo que tiene de galgo,
no arremeta a su merced.

De las tarascas se apean,
¡ay, Dios!, ¿qué querrán hazer?
¡Voto al soto, que se postran
y que le besan el pie!

Por las mexillas las almas
derretidas se les ven,
porque de lágrimas saben
mi niño que trae gran sed.

Como el cielo ve que llora,
y que tien tanto porqué,
pienso que sin duda quiere
acallarle con un tres.

Danle mirra, incienso y oro,
y es justo que se lo den,
pues le confiessan y adoran
por Dios, por Hombre y por Rey.

El pie tengo de besarle,
por esso perdóneme,
que pues viene a perdonar
no tendrá mucho que hazer.

¡Ay, cómo sabe! En mi vida
cosa me supo más bien.
¡Voto a mi sayo!, que creigo,
mi niño, que es de comer.
José de Valdivielso



Romance de Santa Ynés

Una niña de años treze
quiere un galán por muger,
y despréciale la niña
porque es su amor de otra ley.

Tiene pensamientos altos,
y jura, aunque niña es,
que no tiene de casarse
con menos que con el Rey.

Pretendióla un gentilhombre,
digo, que hombre gentil fue,
y con ruegos y amenaças
jamás la pudo vencer.

Llevan a la niña presa,
y averiguado porqué,
es porque antes que hablar sepa
sabe amar y bien querer.

Dize a vozes que primero
muerta la tienen de ver,
que a su amor primero quiebre
la palabra ni la fe.

Que no padezca quien ama
dize que no puede ser,
mas padecer por amar
que es gozar, no padecer.

A sus fuegos y sus rayos,
como invencible laurel,
la niña se está en sus treze,
¿qué mucho, si quiere bien?

Las esposas de las manos,
las cadenas de los pies
son instrumento a que canta
con sola una voz un tres.

Oyó la música el cielo,
y, con cantar allá bien,
los passos de su garganta
dize Dios que ha menester.

No es perezosa la niña,
pues que por verse con Él
la de el sí con la cabeça,
dando saltos de plazer.

Con dura mano el verdugo
cortó el hermoso clavel,
y porque no se marchite
Dios le planta en su vergel.

Oy celebra amor las bodas
de Dios y la niña Ynés,
que los hizo para en uno
y uno de dos supo hazer.

Da Dios el pan de la boda;
almas, sentaos a comer
a la mesa del altar,
en el plato de la fe.

Comed, buen provecho os haga,
aunque dezir no sabré,
si avéis de comer a Dios,
adónde os ha de caber.


Romance de San Martín

Santo el de la media capa,
cierto curioso desea
saber qué más se la honraran
si la huviera dado entera.

¿Qué padres dexó? ¿qué gustos?
¿qué coronas? ¿qué grandezas?
¿qué honras? ¿qué pies, qué manos?
¿qué ojos o qué cabeça?,

sino sólo media capa,
que sabe Dios qué tal era,
porque a los pobres, me diga,
¿quándo se dio cosa buena?

Y ya que al pobre la dio,
¿quién quitará que no crea,
siendo soldado, que pudo
ser avida en buena guerra?

Pues del hombre a quien la dio
graciosas cosas se cuentan,
porque assí diz que era pobre
como yo soy abadesa.

Lo que es cierto es que le vieron
irse alabando con ella,
mire si se fue alabando
el pobrecito qual era.

Dirá que le dixo el alma
que era, aunque en tanta pobreza,
muy honrada su persona,
como si él le conociera.

Y yo a lo menos diré,
que por más que honrada sea,
que su capa no parece
lo que se quiso se tenga;

y que con ella, más ancho
que si de brocado fuera,
dando a todos qué dezir
por la corte se passea.

Mas si le quiere coger
y que su capa le buelva,
hallarle ha en Constantinopla,
con otra, también agena.

Y personas fidedignas
afirman por cosa cierta
que disfraçado le han visto
andar de iglesia en iglesia.

Hallarale reboçado
y de blanco por más señas,
no sé si le podrá ver
aunque delante le tenga,

porque, aunque es hombre que puede
traer su cara descubierta,
mientras anda por acá
no gusta que se la vean.

Tras esto, Martín, me admira
que mudar hábito quiera
hombre de capa y espada,
con fin de ser de la Iglesia.

Y según es de dichoso,
apostaré que se piensa
que le han de dar una mitra
por su virtud y sus letras.

Y que propone entre sí
que si Dios vérselo dexa
que ha de ser gran limosnero,
porque a dar la capa empieça.

Aquesto de ser obispo,
ni lo busque ni lo tema,
porque si ello está de Dios
él lo será aunque no quiera.

Pero que tiene de serlo
se me ha puesto en la cabeça,
porque es bueno para obispo
quien da a los pobres su hazienda.

Y porque de mí se acuerde,
quando en su silla se vea,
me escuche unas siguidillas,
no tales como quisiera:

«¿Qué mucho un soldado que tiene deudas,
que le saquen la capa, Martín, por ellas?
Un pobre desnudo, roto y sin armas,
dizen que le ha hecho dexar la capa.

Pero no tenga miedo que se le pierda,
que guardada la tiene quien se la lleva.
Por la capa que ha dado le pronostico
antes de mil años otra de obispo.

Y tras la de obispo otra de cielo,
que le tienen seguro los limosneros.
Fiestas de dos capas tiene la Iglesia,
mas de media capa, sola la vuestra.»
José de Valdivielso


Romance de San Francisco

Hermanico el remendado,
el amortajado vivo,
sepa que todo le sabe,
atención, vaya conmigo.

Él es, quanto a lo primero,
si no falto de jüizio,
hombre que lo pareció,
¿qué mucho, si él se lo quiso?

Dizen que lo dexó todo,
hasta dexarse a sí mismo,
y sé que por cinco partes
rebienta de puro rico.

Dizen que en la castidad
vivió como un ángel limpio,
y están llenos los conventos
de sus hijas y sus hijos.

Un bendito dizen que es,
yo diré que tan bendito,
que a robar hombres del mundo
se sale por los caminos.

Dizen que es manso y humilde,
y yo con ojos le miro
que se tome con el diablo,
según es de hombre rompido.

Diz que vive como un santo,
y que ha sacado he sabido
más de quatro buenas moças
para lo que es Dios servido.

También se sabe que tiene
(por ser público lo digo)
sus terceros y terceras,
famosos en el oficio.

Dizen que en guardar pobreza
es un padre capuchino,
y lo que tiene llegado
pluguiera a Dios fuera mío.

Pues sus gananciosas llagas
mui en gracia me han caído,
como si no se supiera
quién y porqué se las hizo.

Pues saben que se fue a un monte,
donde entre peñas metido,
porque ganasse con ellas,
se las hizo un pobre amigo.

Verdad es que deste pobre
por todo el mundo se dixo
que antes que se las hiziesse
le valieron infinito.

Que el sano se puso en cruz,
y que volando el herido
se vino a clavar con él,
ambos muertos y ambos vivos.

Que sin lança y que sin clavos,
sin barrenas y martillos,
el uno fue cruz del otro
y los dos un crucifixo.

Que se dieron por las bocas
de los costados rompidos
los amantes coraçones
mil besos enternecidos.

Que, divididos los dos,
quedaron tan parecidos,
que pudo el Padre dezir
otra vez: «Éste es mi Hijo.»

Mire quán secreto fue,
que no conozco yo niño
que primero que hablar sepa
no le diga frailecillo.

Y pues que lo saben todos,
escuche un poco, hermanito,
que le tengo de cantar
por mi padre San Francisco:

«Aunque os viene nacido el rico sayal,
con los cinco golpes mejor os está.
Essas cinco rosas con hojas del sol,
del rosal de Christo Padre las cogió.

¡Fuego, toque a fuego, agua, ojos míos,
que se quema la casa de San Francisco!
¡Agua, ay Dios, que se abrasa, que el fuego es grande,
pues que salen las llamas por cinco partes!»
José de Valdivielso


Romance de Natividad

¡Voto a ños!, bella zagala,
que al momento que nos dixon
el su buen alumbramiento,
se alegró todo el exido.

Hezimos fuertes hogueras,
hubo terribles relinchos,
tocó Pasqual su bandurria,
cantó, aunque mal, Benitillo.

Quixon venirla a cantar,
mas no los dexó mi tío,
temiendo, si los oyera,
que la diera un tabardillo.

Y a mí, como al más discreto,
después de hasta treinta y cinco,
para darle el parabién
por todos me han delegido.

Por esso pónganse bien,
que, si no se me ha escorrido,
oyrá en él cosas que son
para perder el jöizio.

Mas primero que le diga
quiero ver su chicotillo,
los pies le quiero besar:
¡fuego de Dios, y qué lindos!

No sé a qué su niño sabe,
y sé que sabe infinito,
¡quién se lo comiera a besos,
que es propio para comido!

Ella es linda, en mi verdad,
en fin, madre de tal hijo,
porque no avía más que ser,
pues no pudo ser él mismo.

Su marido es harto bueno,
¿qué mucho, si es su marido?,
todo lo que no es del cielo
es menos que averlo sido.

Uno como pajarote,
si no era brujo lampiño,
con cara como persona
y con patas de lo mismo,

Gloria in excelsis cantando,
et in terra pax hominibus,
entre paz, paz y más paz,
nos dexó medio tollidos.

Entre la pena y el miedo,
despertamos atordidos,
bien creerá que nos holgamos
de que nos hallamos vivos.

Con Chaparro me topé,
que a su chicote avía vido,
y con boca, ojos y manos,
loco de pracer me dixo:

«Si vas a Belén, Chamorro
(que yo Chamorro me digo,
para lo que la cumpliere,
que so un pastor mui cumplido),

verás en un portalejo
los ángeles a racimos,
las estrellas a costales,
pero las grorias a ríos;

verás tamañito a Dios,
porque de amor se ha bolvido,
tras ser de más de mil años,
diz que a la edad de los niños.

Pudo ser que él fuesse de antes
de cristal, de oro y zafiros,
mas aora dezir puedo
que es ya como tigo y migo.

Verás en su madre virgen
mil cielos, mil paraísos,
que un padre tien, sin ser padre,
un hijo que no es su hijo.

Pero tras verlos, te advierto
que has de bolver sin jüizio,
porque si buelves con él
será no averle tenido.»

Apenas dexé acabarle,
quando apeldo mi camino,
y hallo en las glorias que veo
que aun la mitad no me dixo.

Porque los bienes que gozo
es impossible dezillos,
y aun pienso que no hará poco
si los dize un cherubino.

Diéronme que le empresente
al zagal recién nacido
una pella de manteca
y de miel un cantarillo.

Quatro mantillas le traigo,
que, a ser de lo que cudicio,
fueran del sol, y aun el sol
podía dezir: Non sum dignus.

Este cayado le traigo
hecho cruz, porque imagino
que se ha de quedar crabado
por guardar su ganadillo.

Aquesta corona ponga
de laurel y de junquillos
al Dios pan de los pastores
y al pan cercado de lirios.

¡Plega al cielo que le vea
ser redentor de cautivos!,
pero mire que le guarde
de Iudas y de jodíos.

Mas ya que estó acá, muessa ama,
y traigo la voz conmigo,
oyga, que quiero cantarles,
con su perdón, versos míos:

«¡Vívame la gala
del zagal y la zagala!
Lleno él de mil glorias
y ella de mil gracias.

¡Vívame la gala
del niño de perlas!

Centro de los gustos,
mar de las bellezas,
sol que al cielo abrasa
y que al yelo tiembla.

¡Vívame la gala!»
José de Valdivielso


Romance de la despedida de Christo de su Santíssima madre

De su madre se despide
triste el Rey Nuestro Señor,
con palabras en los ojos
y lágrimas en la voz.

«A pedir», dize «Señora,
vengo vuestra bendición,
porque no podré mañana
y es bien que me la deis oy.

Manda mi padre que vaya,
madre, a cierta pretensión,
y aunque muera en la demanda
he de bolver vencedor.

Hijo soy de buenos padres
y he hazer como quien soy,
a morir voy como hombre,
y a redimir como Dios.

Mi padre pide justicia
y misericordia vos,
y muriendo yo, Señora,
podré cumplir con los dos.

Amor quiere que me vaya,
quiere que me quede amor,
lo mismo quiero que quiere,
y assí me quedo y me voy.

En pan me daré a los hombres,
hecho de harina de flor,
¡qué mucho, si sois la harina,
y flor entre espinas sois!

Quedaráse el hombre en mí,
en él me quedaré yo,
y como me caiga en gracia
será lo mismo que soy.

Dadme, besareos la mano,
y no me digáis que no,
ved que os llevo atravesada
en mitad del coraçón.

Ved que el amor me da prisa,
muero por morir de amor,
y deseo yo su vida
más que el mismo pecador.

Abriréle por bien suyo
una puerta al coraçón,
y con los braços abiertos
saldré a ofrecerle el perdón.

Quedaráse tan abierta,
que pensarán más de dos
que por la sangrienta llaga
el cielo se me cayó.

En las tormentas del hombre,
que tantas y tales son,
desnudo me echaré a nado,
vivirá aunque muera yo.

A morir me parto, madre,
¡ay, madre!, quedaos a Dios,
si haréis, porque vais conmigo
y yo me quedo con vos.»

Hombre, si no eres de piedra,
muéstralo en esta ocasión,
pues las piedras se enternecen
al despedirse los dos.

Parte acompañar a Christo
en su muerte y su passión;
tu señor muere por ti,
muere tú por tu señor.

Muere animoso a su lado,
mira que al lado de Dios
la muerte no será muerte,
ni el dolor será dolor.

Y si a tanto no te atreves,
porque te yela el temor,
a consolar a su madre
te queda en tanta aflición.

Llora y llora tus pecados,
alegrarás a los dos,
porque lágrimas por culpas
sus dulces consuelos son.

Llorando, aun quando Dios muere,
puedes alegrar a Dios,
y consolar a su madre
en la soledad mayor.
José de Valdivielso




ENSALADILLA DEL RETABLO

Tocando en un tamborino
iba un moço por la corte,
al retablo combidando
de la entrada del Rey pobre.

En el corral de la Cruz
se representa esta noche,
porque desde que el Rey nace
le crucifican amores:

«Al retablo, cavalleros,
verán lindas invenciones,
y aunque no por la maroma
bolar niños boladores.»

Llenóse el corral de gente
algo después de las doze,
pero entráronse de balde,
que es el autor un buen hombre.

Las luzes se encienden luego,
y las cortinas se corren,
diziendo assí en vez de loa
el que el retablo compone:

"Silencio, señores,
verán una obra,
que más nueva que ella
no se ha visto otra;
verán que están vivas
todas las personas,
y que haze un chiquito
la mejor de todas;
verán, entre pajas,
estrellas y auroras,
parida una virgen,
penada la gloria;
verán los pastores,
que con galas toscas,
con bailes y danças
se dan la en buen hora."
Vayan advertidos,
que es cierta la historia."

Quitóse el sombrero,
y acabó la loa.

En un banco del corral,
para enseñar el retablo,
en la mano una guitarra,
subió un moço desbarbado.

Y, empeçando a tocarla,
se vieron en el teatro
de las manos ocho niños
que aquesta letra bailaron:

"Arrojóme estrellas el cielo
por la pasqua de Navidad,
arrojómelas y arrojéselas,
y bolviómelas a arrojar."

No se huvieron bien entrado,
quando començó a nevar,
en vez de copos de nieve
hojas de jazmín y açahar.

Y en un jumento subida
una niña de cristal,
delante su esposo virgen,
assomó por el lugar.

A un huésped pide posada,
pero respondióle mal,
y el coloquio de los dos
començó el moço a cantar:

"-Dad posada a una donzella,
que será hazer bien por vos.
-No ay posada, andad con Dios.
-Si hará, que Dios va con ella."

Enternecióse el pueblo
viendo la grossería
del rudo mesonero,
y enojados gritan.

Ellos entre la nieve
solícitos caminan,
alegres de llevar.
tan buena compañía.

Llegan a un portalejo,
y gózase la niña
de que el virginal vientre
sus glorias pronostica.

Retiróse su esposo,
y, puesto de rodillas,
por él cantó el moçuelo
del Rey a la venida:

"En hora dichosa el Rey pobre venga,
que hasta ver sus ojos no la tendré buena."

Los Santos Padres del limbo
salieron por una cueva,
alçando al cielo las manos,
pidiendo que al Iusto llueva.

"Venid, romerico, a la Tierra Santa,
a ganar perdones y sacar almas."

Quando, rompiendo los aires,
un niño que al cielo alegra
las albricias a los padres
pudo pedir destas nuevas.

"Esperad, prisioneros, de oy más alegres,
que ya el redentor de cautivos viene."

Desaparecieron todos,
y apareció ençamarrado
Gil de las Eras, que siempre
fue un pastor atiterado.

Una caldera de migas
sacó en la derecha mano,
y en la izquierda un cucharón,
y tras él, Benito y Pablo.

Comen al son de los fríos,
beben al son de los ajos,
quando a una nube de nácar
caen hombres, migas y jarro.

La nube se abrió, y salieron
ángeles arrazimados,
cantando «¡Gloria a los cielos!»,
«¡paz a la tierra!» cantando.

Buelven en sí los pastores,
del miedo y la nieve blancos,
y a ver la entrada del Rey,
cantando assí caminaron:

"Dale a la caldera
con el cucharón,
haz tejuelas del jarro,
y hágala la razón;
haz el son y holguémonos, ¡he!,
con brincos de dos en dos y de
tres en tres."

Descúbrese el portalejo,
y en él mil alvas y días,
y abraçada al niño Sol
cantó assí la Aurora niña:

"Yo me era morenica y quemóme el sol,
¡ay, mi Dios!, que me abraso y muero de amor."

Llegaron los tres zagales
de laurel enguirnaldados,
y por alegrar al niño
con gracia assí le dançaron:

"Coraçón de mi coraçón,
con gusto os le doy,
y mil que tuviera
también os los diera,
porque mi rey sois."

Para jugar unas cañas
entran aladas quadrillas,
de clarines y atabales
sirviendo aquesta letrilla:

"Las cañitas que tiran los niños
hasta el cielo bolando van,
el viento las buelve
por aquí, por allí
por acá, por allá."

Vuessas mercedes perdonen
que aquí da fin el retablo
de la entrada del Rey pobre,
vengan mañana temprano.
José de Valdivielso



EL HIJO DEL MAYORAL

El hijo del mayoral,
que oy por amores se casa
con una serrana humilde,
que dizen que es su criada,

en el tálamo de flores
de variedad rodeada,
le dize que es, aunque pobre,
querida como su alma.

Los zagales que le sirven
pellicos de boda sacan,
agradecidos al pan
que comen siempre en su casa.

Viendo que el novio la ha dado
joyas, patenas y sartas,
assí, al son del caramillo,
alegremente la cantan:

«Diole el novio a la desposada
corales y çarcillos y patena de plata."

Los ricos çarcillos
que dio a su zagala
eran dos candados
de coral y nácar.

Su llave es de cruz,
de temor las guardas,
de amor las armellas,
de fe las cerrajas.

A los dos oýdos
quiere que los traiga,
porque solamente
a su amor los abra.

«Diole el novio a la desposada
corales y çarcillos y patena de plata."

De gotas de sangre
que el amor le saca,
pues dio por el pecho
la de sus entrañas,

hizo de corales
una rica sarta,
que se la echó alegre
al cuello del alma.

Una cruz le puso
con sangre esmaltada,
que, en vez de memorias
de su passión, traiga.

«Diole el novio a la desposada
corales y çarcillos y patena de plata."

Diole una patena
de bruñida prata,
y en ella el Cordero
que San Iuan señala.

Patena que puede
en la igreja santa
ser del Cuerpos Christe
quando le consagran.

Patena en que el cura,
con gusto y con gracia,
nos da el pan bendito
a la gente honrada.

«Diole el novio a la desposada
corales y çarcillos y patena de plata."
José de Valdivielso


A VISTA SALE UN GALAN

A vistas sale un galán
muerto de amor por su dama,
a quien trae desde una herida
en su pecho atravesada.

Es tan hombre, que una tarde,
solo en una empalizada,
ser su verdadero amante
ganó por punta de lança.

Es tan hermoso, que a coros
no pocas noches le cantan
que a los hijos de los hombres
en belleza se aventaja.

Trae debaxo de la lengua
virgen miel y leche blanca,
y por sus labios de rosas
se dize que vierte gracia.

Llámanle, por liberal,
el de la mano horadada,
porque suele dar tal vez
la sangre de las entrañas.

Es su coraçón de fuego,
cuyas amorosas llamas
hizieron al noble pecho
rebentar como granada.

Con estas divinas partes,
con todo el coraçón ama
a quien le es tan desigual,
que pudiera ser su esclava.

Fuesse derecho a la iglesia
porque supo que allá estava,
y con un vestido ageno
para verla se disfraça.

Ella, que por fe le adora,
porque alegre se la guarda,
reboçado le conoce
porque se lo dize el alma.

Que en la forma que le mira
está sobre su palabra,
que se lo han dicho personas
que sabe que no la engañan.

Sabe que aunque la dessea
que quiere en la fe provarla,
y enfrente dél de rodillas
desta manera le habla:

"Pues a vistas avéis venido,
dexados ver, vida mía,
porque sin la vuestra
no ay buena vista."

¿Teméis de aquessa manera
que podréis, siendo mi bien,
parecerme menos bien
y que si os miro no os quiera?

Si queréis que no me muera,
quitad la capa de encima,
porque sin la vuestra
no ay buena vista.

Que queréis, podrá pensar
el que reboçado os viere,
que si bien no os pareciere,
dexaros de desposar;

supla lo que os supe amar
lo que me falta de linda,
porque sin la vuestra
no ay buena vista.

Si ansí de mí os encubrís,
diré de contento llena
que pues la capa es agena,
que en cuerpo a vistas venís;

encubierto descubrís
mil hermosuras divinas,
porque sin la vuestra
no ay buena vista.
José de Valdivielso


SERRANA DE MIS DESEOS.

Serrana de mis deseos
herido de amor me avéis,
que aún me traigo las señales
en las manos y en los pies.

Por vos, hermosa serrana,
a aquella tierra baxé
para ser lo que no era,
aunque sin dexar mi ser.

Un jueves en una cena
tanto por vos me empeñé,
que se creyó, por ser tanto,
como una cosa de fe.

A vuestras puertas clavado
ser muy hombre me mostré,
pues vencí vuestros contrarios
siendo solo y ellos tres.

Abierto os traigo mi pecho
para que en él os entréis,
ved que está sin coraçón,
como no estáis vos en él.

Como vos, serrana hermosa,
sois perdida por comer,
os traigo un plato cubierto
que puede comerle el Rey.

Quiero una música daros,
pues que de galanes es.
Músicos de mi capilla,
dezid como yo diré:

«Pastora del alma,
escucha mi voz,
que a tu puerta en cuerpo
me tiene el amor.

Hermosa como la luna
y escogida como el sol,
escucha mi voz.

Con uno de tus cabellos
me has herido el coraçón,
escucha mi voz.

El Rey tienes a tus puertas
en trage de labrador,
escucha mi voz.

Éntrame dentro y verás
que en mí vino a verte Dios,
escucha mi voz.
Pastora del alma, &c.

Más noble soy que David,
más sabio que Salomón,
escucha mi voz.

Más rico soy que Abraham
y más galán que Iacob,
escucha mi voz.

Soy más que Absalón hermoso
y más fuerte que Sansón,
escucha mi voz.

Que aquéstos fueron mi sombra,
pero yo solo el que soy,
escucha mi voz.

Pastora del alma, &c.

Abreme, paloma mía,
y cenaremos los dos,
escucha mi voz.

Pan y vino que en el cielo
nadie lo come mejor,
escucha mi voz.

En mí te quedarás tú,
en ti me quedaré yo,
escucha mi voz.

Dios soy, alma, y si me comes
serás lo mismo que soy,
escucha mi voz.

Pastora del alma,
escucha mi voz,
que a tu puerta en cuerpo
me tiene el amor.»
José de Valdivielso



LETRA

La ingrata se duerme:
¡Si lo haze adrede!

Un galán amante,
que de reyes viene,
liberal y hermoso,
discreto y valiente;

que es tan gran señor,
que le sirven reyes,
y el que más le sirve
por mejor se tiene;

que su vida y alma
a una ingrata ofrece,
que el alma y la vida
sabe que le deve;

con vestido ageno
a su calle viene,
házese dormida,
dize desta suerte:

La ingrata se duerme,
¡si lo haze adrede!

A la medianoche,
entre el yelo y nieve,
por verla la corte
me halló en un pesebre.

Perdime por ella,
y ella injustamente,
por darme en los ojos,
por otro se pierde.

Como por mi madre
soy muy su pariente,
y la sangre dizen
que sin fuego hierve,

a buscarla vengo;
hablo a sus paredes,
duérmese la ingrata.
por no hablarme y verme.

La ingrata se duerme,
¡si lo haze adrede!

Quise que en mi plato
la mano metiesse,
y dél alcançasse
quanto bueno huviesse.

Mas, el pan comido,
como dezir suelen,
con nuevos agravios
trató de ofenderme.

Siempre en perdonarla
fuy manso y clemente,
porque desde niño
lo mamé en la leche.

Mudóse y huyóse
donde, aunque lo advierte,
duerme a sueño suelto
sobre sus plazeres.

La ingrata se duerme,
¡si lo haze adrede!

Diome por su causa
un sudor de muerte,
prendióme la ronda,
metióme en un brete.

Vístenme de loco,
por loco me tienen,
porque mis amores
locuras parecen.

Como a salteador
que en el campo prenden,
me ofrece saetas
con que me asaeteen.

Pónenme en un palo,
de mí no se duele,
pues del otro lado
a dormir se buelve.

La ingrata se duerme,
¡si lo haze adrede!»
José de Valdivielso



SEGUIDILLAS

UNOS OJOS BELLOS ADORO, MADRE

Unos ojos bellos adoro, madre;
téngolos ausentes, verelos tarde.
Unos ojos bellos
que son de paloma,
donde amor se assoma
a dar vida en ellos;
no ay, madre, sin vellos,
bien que no me falte;
téngolos ausentes, verelos tarde.

Son dignos de amar,
pues podéis creer
que no ay más qué ver
ni qué dessear;
hízelos llorar
y llorar me hazen;
téngolos ausentes, verelos tarde.

No sé qué me vi
quando los miré,
que en ellos me hallé
y en mí me perdí;
ya no vivo en mí
sino en ellos, madre;
téngolos ausentes,
verelos tarde.
téngolos ausentes, verelos tarde.
José de Valdivielso


LIBRE SER SOLÍA

Libre ser solía,
vendido, muero;
nadie fíe, madre,
de ingratos pechos.

Con fingido trato,
madre, un falso amigo,
que cenó conmigo
en mi mismo plato,
me vendió el ingrato
como a un cordero;
nadie fíe, madre, &c.

Dávale mi lado,
el plato le hazía,
con él repartía
el mejor bocado,
mas en buen mercado
vendió al hijo vuestro;
nadie fíe, madre, &c.

Sus plantas desnudas,
lavé con mi llanto,
con ser Iueves Santo
fue conmigo un Iudas,
con entrañas crudas
me dio traidor beso;
nadie fíe, madre,
de ingratos pechos.
José de Valdivielso

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– Contra hidalguía en verso -dijo el Diablillo- no hay olvido ni cancillería que baste, ni hay más que desear en el mundo que ser hidalgo en consonantes. (Luis Vélez de Guevara – 1641)

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