Teoría poética (1)


Por definición la poesía es la manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa, aunque resulta demasiado frecuente utilizar el término como sinónimo de “poesía lírica”, pese a ser este un subgénero o subtipo de poesía.
                El término griego “poiesis” significaba “hacer”, en un sentido técnico, y se refería a todo trabajo artesanal, incluido el que realizaba un artista. En consecuencia, era un término que aludía a la actividad creativa en tanto actividad que otorga existencia a algo que hasta entonces no la tenía. Esto, aplicado a la literatura se refería al arte creativo que utilizaba el lenguaje.
                Originariamente, en Grecia no estaba destinada a la lectura sino a la representación ante un auditorio realizada por un individuo o un coro con acompañamiento de un instrumento musical, no siendo relevante el uso del verso, por cuanto la literatura antigua se componía siempre en verso (incluido el teatro).
                Es en la época romana cuando la poesía se vale de diversos artificios o procedimientos a nivel fónico-fonológico, como el sonido; semántico y sintáctico, como el ritmo; o del encabalgamiento de palabras, así como de la amplitud de significado del lenguaje.  Es considerada como una realidad espiritual que está más allá del arte trascendiendo el ámbito de la lengua y el lenguaje, no solo una forma de expresar emociones, sentimientos, ideas y construcciones de la imaginación.
                En la actualidad la poesía se define por su capacidad de síntesis y de asociación sin especificidad temática. Su principal herramienta es la metáfora, es decir, la expresión que contiene implícita una comparación entre términos que naturalmente se sugieren unos a los otros o entre los que el poeta encuentra sutiles afinidades.
                Hay testimonios de lenguaje escrito (oli) en forma de poesía en jeroglíficos egipcios de 25 siglos antes de Cristo. Se trata de cantos de labor y religiosos. El Poema de Gilgamesh, obra épica de los sumerios, fue escrito con caracteres cuneiformes y sobre tablas de arcilla unos 2000 años antes de Cristo. Los cantos de La Ilíada y La Odisea, cuya composición se atribuye a Homero, datan de ocho siglos antes de la era cristiana. Los Veda, libros sagrados del hinduismo, también contienen himnos y su última versión se calcula fue redactada en el siglo III a. C. Por estos y otros textos antiguos se supone justificadamente que los pueblos componían cantos que eran trasmitidos oralmente. Algunos acompañaban los trabajos, otros eran para invocar a las divinidades o celebrarlas y otros para narrar los hechos heroicos de la comunidad.
                En un principio el ritmo de los cantos no solo tenía la finalidad de agradar al oído, sino que permitía recordar textos con mayor facilidad.
                El arte de combinar rítmicamente las palabras no es lo único que distingue a la poesía de la prosa, pero hasta mediados del siglo XIX constituía la mejor forma de diferenciar ambos usos del lenguaje. La versificación tiene en cuenta la extensión de los versos, la acentuación interna y la organización en estrofas.
                La rima (coincidencia de las sílabas finales en versos subsiguientes o alternados) es otro elemento del ritmo, igual que la aliteración, que es la repetición de sonidos dentro del verso. Esta puede ser consonante, cuando coinciden en dos o más versos próximos todos los fonemas a partir de la vocal de la sílaba tónica; o asonante, cuando sólo coinciden las vocales.
                La poesía en español se mide según el número de sílabas de cada verso, a diferencia de la poesía griega y de la latina, que tienen por unidad de medida el pie, combinación de sílabas cortes y largas.
                Por el número de sílabas hay versos de hasta 14 sílabas (alejandrinos), siendo muy frecuente el octosílabo en la poesía popular, sobre todo en la copla. Las coplas de Manrique se basan en el esquema de versos octosílabos, aunque a veces son de siete, rematados por un pentasílabo. A esta forma se le llama “copla de pie quebrado”. La irregularidad silábica es frecuente, incluso en la poesía tradicional. Por ejemplo en poesías de versos de once sílabas se pueden encontrar algunos de diez o de nueve.
                Las estrofas (grupos de versos) regulares, de dos, cuatro, cinco y hasta ocho versos o más corresponden a las formas más tradicionales. El soneto (ese gran olvidado que los autores del 27 exigían recuperar), una de las más difíciles formas clásicas, se compone de catorce versos, generalmente endecasílabos (once sílabas), divididos en dos cuartetos y dos tercetos con distintas formas de alternar las rimas.
                La alternancia de sílabas tónicas (acentuadas) y átonas (sin acento) contribuye mucho al ritmo de la poesía. Si los acentos se dan a espacios regulares (ejemplo, cada dos, tres o cuatro sílabas), se refuerza la musicalidad del poema.  Mantenida esta regularidad a lo largo del poema se logra un efecto semejante al compás musical.
                La poesía del siglo XX ha prescindido en ocasiones de la métrica regular y, sobre todo, de la rima. Sin embargo, la aliteración, acentuación y, a veces, la rima asonante, mantienen la raíz musical del género poético.
El papel que juega la poesía en el siglo XXI, se encuentra ligado al avance tecnológico y científico. Surgen nuevas corrientes de Poesía, nuevas formas de manifestación, como: la Biopoesia, Metapoesía, la poesía ecologista, la poesía virtual, transmodernista entre otros, además de que asistimos a una renovación o por lo menos un reemprendimiento de ciertos vanguardismos y estéticas críticas, como la poesía de la conciencia.
El Día mundial de la poesía fue proclamado por la Conferencia General de la Unesco y se celebró por primera vez el 21 de marzo de 2000. Su finalidad es fomentar el apoyo a los poetas jóvenes, volver al encantamiento de la oralidad y restablecer el diálogo entre la poesía y las demás artes (teatro, danza, música, etc.)
En próximos artículos iremos analizando distintos tipos de rimas, conceptos y combinaciones.  Si hablamos de poesía finalicemos con uno de los grandes:

“Quién no sabe de amor vive entre fieras;
Quién no ha querido bien, fieras espante,
O si es Narciso de sí mismo amante,
Retrátese en las aguas lisonjeras.

Quien en las flores de su edad primeras
Se niega a amor no es hombre que es diamante;
Que no lo puede ser el que ignorante,
Ni vio sus burlas ni temió sus veras.

¡Oh, natural amor! Qué bueno y malo,
En bien y en mal te alabo y te condeno,
Y con la vida y con la muerte igualo:

Eres en un sujeto, malo y bueno,
O bueno al que te quiere por regalo,
Y malo al que te quiere por veneno.”
Lope de Vega.

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– Contra hidalguía en verso -dijo el Diablillo- no hay olvido ni cancillería que baste, ni hay más que desear en el mundo que ser hidalgo en consonantes. (Luis Vélez de Guevara – 1641)

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