Francisco Umbral y El Quijote.



                Dice un certero proverbio español: “Ni quito ni pongo rey, solo sirvo a mi señor”. Certero proverbio cuyo origen se encuentra en la muerte del Rey Pedro I de Castilla y que revela el problema existencial del español frente al mundo. Muchas interpretaciones se pueden aplicar al caso, mas entre ellas prefiero la consideración que, frente a dialécticas contrapuestas, el hombre español las envía a paseo para cumplir con su obligación. Aprovecho la ocasión para enlazar con los textos evangélicos que recuerdan aquello de que allí donde tengas tu tesoro, tu señor, tu fe, allí tendrás tu corazón.
                Esa es la realidad del individuo que manda al carajo a los que se oponen entre sí para cumplir con su ley, su esperanza, su devoción. Es, desde punto de vista altruista, cumplir la ley sin fijarse en quienes son

Francesc Romeu o la república.


En los últimos días estamos sacando los conceptos de sitio y lugar. Así es el caso de algunos partidos políticos que  miran la paja en el ojo ajeno y ocultan la viga en el propio. Ahora llega el Vicesecretario y portavoz del PSPV, Francesc Romeu, abogando para España  "un sistema más democrático como la República" ante una monarquía que, según defiende en su blog, "aparte de no ser transparente, está ensombrecida por la corrupción y el descrédito".  En esas opiniones se entremezclan conceptos como sistema de gobierno y  gobernantes. Se puede defender la República o la Monarquía pero no bajo el prisma del descrédito y, quizás me aventurase, con el de la manipulación.
Veamos pues algún caso histórico: La antigua República Democrática Alemana era un gobierno “

A la luna de marzo.


Preciosa luna de plenitud oronda, en el cielo presagias la aurora de la sangre del Cordero que por ti se derrama. Ven pronto, primigenia primaveral, que el hombre de esperanza tiene hambre. Ven pronto lucero verdadero que mi alma necesita tu calma y mi pecado con tu fe se lava.

Domingo de Ramos


Doctores tiene la iglesia y que sean ellos quienes hablen sobre los fundamentos teológicos del domingo de Ramos, mas hay unas palabras que gritan en mi interior. “Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento.” (Is. 50, 4), así de contundente es una de las lecturas del día y que podría asumir cualquier escritor consciente de su labor social, de la gran tarea que representa para el resto de los mortales. Callarse es desobedecer el mandato divino de encarnar la palabra.
Hay quien habla de la película del año o de la boda del siglo, pues bien, la semana que empieza en el

Prólogo fallero.


El honor de una hija es el orgullo de un padre. Basta esta sencilla sentencia para comprender el significado de la foto en estas fechas que empiezan a oler a pólvora y flores, a sueños e ilusiones, a esperanzas y canciones.
Gracias a Belén Escobar.



Marzo


Marzo es el mes de Marte, de la lucha, de la guerra, del sueño que despierta, del esqueleto arbóreo que empieza a latir, la agonía invernal con sus penúltimos estertores, la ansiada espera, el olor a pólvora en cada esquina, la noche menguante en luz creciente.
Definitivamente, y aunque sea algo presuntuoso, me gusta el mes por excelencia que grita con especial énfasis el verbo renacer. Aunque pienses lo contrario,  o contraríes lo que pienso con razones pausadas, la poesía tiene cuatro meses con denominación de origen y el primero de ellos es el mes que debería estar dedicado a Eolo o tal vez a la divina Atenea pues en su interior se recogen los idus de marzo, o culminan los Siete Domingos de San José. Es en estas fechas cuando el carpintero quema sus virutas, su basura, sus oráculos entre cenizas esparcidas al viento. El aire pesa menos entre sus calles, se olfatea el mar, la playa, la brea, en cada mirada pueril.
Acaba la negritud psicológica del fracaso renovando las oscuras ascuas que dormitaban en los enseres del nimbo. Son los paseos junto a la playa, es la energía solar que rellena nuestros pulmones con el combustible primaveral. Por las venas un nuevo impulso lascivo nos lanza a la aventura de vivir, de sentir el despertar de los pájaros, de admirar la fuerza de la naturaleza. Las ondinas renacerán para poblar la faz de las aguas con su magia bienhechora.
Todavía quedaran nieblas traicioneras, vendavales molestos, fisuras climáticas que nos harán caer en la tentación invernal, mas su fuerza radica en la capacidad de luchar, de continuar inexorable en la virtud de la reencarnación anual, de superar el sacrificio de la decadencia, de romper el hielo del recuerdo, del migrar de las aves en deseos alados. 
Me encanta y me sigue encantando este mes cantarín que medita entre exámenes sorpresa, vísperas pascuales y proyectos regenerados.

Pot començar la mascletà


Niños galopando sobre hombros de padres agotados, ancianos curiosos, jovencitas sentadas en el suelo que preparan este weekend, atrevidos chavales sobre farolas, maceteros o pilares, curtidos rostros junto a delicadas amapolas, turistas curiosos con sus máquinas colgando del cuello, se agolpaban en las calles desafiando los últimos alegatos invernales, las nubes plomizas de grisáceos presagios, los vientos de estupideces variadas, las melancolías de tiempos idos, los sueños perdidos,  esperando expectantes que se abriera el balcón.
Silbidos, aplausos, gritos se entremezclaban con altavoces tartamudos, perplejos, obscenos que contagiaban las ondas con sus gorgoritos inaudibles. Por fin llegó el ansiado momento y la sacrosanta tropa de invitados, artistas y autoridades, salieron tras la puerta abriendo paso a la Fallera Mayor. Tras sonreír al público cual princesa electa, que ondea su mano con la suavidad que mece una bandera en la brisa marina,  consciente del dulce peso que recae sobre sus hombros juveniles, se dirigió al hombre, que la miraba con la adoración que merece una diosa, una vestal de Venus, una encarnación divina, y le dijo:
– Senyor pirotècnic pot començar la mascletà.
El hombre, parco en palabras, serio, nervioso por dentro, respondió con la austeridad del soldado que se dirige al frente para cumplir con su deber, una misión que no todos cumplen, una obligación que no todos realizan, un desafío a los mejores que le precedieron.
Un trueno celestial exigió silencio a la asamblea y una traca veloz arrancó los primeros aplausos de la tarde. Al instante, sin el minuto de silencio requerido para los momentos fúnebres, comenzó, uno tras otro, la caída del imperio decano en memeces kafkianas. Reventaron primero las más pequeñas, las causas injustificadas, las opresiones escondidas, las dobles verdades que a muchos engañan.
Siguieron saltando por el cielo los primeros casos de atropellos coloridos, de carcasas voladoras en agujeros inmobiliarios, de falsas reputaciones y demagogias electorales. A continuación truenos explosivos temblaron en el suelo provocando el desasosiego de las situaciones graves, de bancos exabruptos, de sonidos demagógicos, de humaredas ocultistas en amarillentas interpretaciones legales, de falaces cohetes a ningún lugar con sus medidas anacrónicas, de atropellos injustificados, de grandes negocios a costa de débiles papeles cuyo ardor se quema en la nauseabunda nada.
Estallan, estallidos estallando. Una explosión tras otra provocaba la destrucción sistemática del paro, de las penurias, de los recortes, de la inseguridad, de las privatizaciones, del odio, de los sinvergüenzas que robaron y nada devolvieron, de los falsos Mesías, de los Scrooge reciclados en Grandes Confederaciones Hiperbóreas que cortan y recortan los toros y las vacas anoréxicas.  
            Final glorioso cuando la Fallera aplaude la última carcasa. El pueblo la secunda vitoreando al nuevo genio, al lidiador de psicologías sociales deprimentes, al superador de traumas inconclusos, al fatuo Marco Vinicio que regresa de la batalla en la Valentia inmortal. Aplausos, olés y buenos cometarios para el marketing, aseguran un buen año para el cohetero.
            Y durante unos instantes el pueblo es feliz quemando a tantos males que nos hacen desdichados ante los poderosos redomados. Ver arder la maldad, la opresión y la tiranía es la gran virtud de nuestras fiestas, de nuestra sangre, de nuestro calor. Es el aviso de la primavera, es el retorno del buen tiempo, del sol, de la fe, de la ilusión, pues todo lo malo, al final en fuego, que no polvo, acaba convirtiéndose. 
            Deposita en cada falla, en cada ironía, en cada ninot, en cada petardo, en cada cerilla, esa negatividad que quiere ahogarte, para lanzarla al purificador apocalipsis que sirve de catarsis en el mundo que vivimos. Quema y destruye pues de las cenizas renacerán los idus de marzo, que en esta ocasión nos serán propicios.
            Felices Fallas.

Curiosidades históricas.


Siempre ha llamado mi atención las reacciones del pueblo ante los acontecimientos de importancia, ante las grandes personalidades, y es curioso que, en la época moderna, se reproducen algunos cánones. 
El pueblo español es tan generoso como cruel, así pues S.M. la Reina Doña Sofía, cuando ha visitado con otros peregrinos la imagen del Cristo de Medinaceli ha sido recibida con calor y generosidad, con aplausos y honores de reina, con ese cariño profundo que nadie le puede robar. Por otro lado, la Alcaldesa de Madrid, Doña Ana Botella, no ha corrido la misma suerte, se habla de empujones, y tal vez en algún medio puedas escuchar los abucheos que recibía.
¡Qué cosas trae la vida!
Adjunto enlace de nota periodística:
http://www.abc.es/local-madrid/20130301/abci-dona-sofia-visita-cristo-201303011517.html




De Balzac

  “ Finalmente, todos los horrores que los novelistas creen que  están inventando están siempre por debajo de la verdad” .  Coronel Chabert...

– Contra hidalguía en verso -dijo el Diablillo- no hay olvido ni cancillería que baste, ni hay más que desear en el mundo que ser hidalgo en consonantes. (Luis Vélez de Guevara – 1641)

La Corona de Uganda

La Corona de Uganda

Seguidores

Mi lista de blogs