Antes
de empezar a escribir un relato nos tenemos que preguntar: ¿qué emoción
transmitirá mi historia? Un mismo relato se puede contar de diferentes maneras
utilizando distintas entonaciones.
El
tono, en la creación literaria, como parte de la composición lingüística, es
aquella técnica que emplea el autor hacia el sujeto de la obra y hacia el
lector de la misma.
Cada
relato es la puerta a un mundo único, en el que unos personajes, inimitables,
originales, viven una historia nueva y desconocida para el lector. Ese relato tiene como base, una anécdota y
unos personajes que la viven; pero también tiene un narrador, la voz que narra
los acontecimientos, que nos hace llegar el relato como lectores: y nos lo hace
llegar a través de su particular y única visión de los hechos.
Independientemente
de que ese narrador puede ser un narrador externo a la historia o interno (uno
de los personajes que nos la cuenta), lo cierto es que le proporciona algo
imprescindible a esa anécdota: el tono.
El
tono, del latín “TONUS”, que a su vez
procede del griego antiguo “TÓNOS” ("tensión"), se emplea para
transmitir la tensión, la emoción que se debe sentir al leer un texto.
Por
tanto, el tono es la actitud
emocional que el narrador mantiene en el tema y es clave para comprender la
obra e incluso entenderla desde el punto de vista del autor o de los
personajes.
La
misma historia puede resultar completamente diferente para el lector si el
narrador la redacta en tono de comedia –es decir, empleando giros, expresiones,
ritmos, juegos de palabras para hacer reír– o en tono formal –utilizando todos
esos recursos para, simplemente, informar al lector.
Sin
tono, una pieza de la literatura se presentaría sin emociones y tendría el
aspecto de un documento oficial.
Es
muy poco probable que una novela tenga un solo tono a lo largo de toda la obra.
De hecho, los autores generalmente cambian el tono en cada escena o fragmento
para mantener al lector interesado y crear una sensación de ritmo en su obra.
En
muchos casos, el tono literario puede presentar evoluciones dentro de la obra
produciéndose una escala tonal. Se trata de aquellos tonos que pasan, por
ejemplo, de lo depresivo a lo alegre. Incluye también los tonos irónicos. Estos
ayudan a determinar los sentimientos y estados de ánimo del autor y de este
hacia el sujeto.
Si
bien, en cada tramo, capítulo o escena, puede variar el tono, resulta
importante mantener un tono “general”. Podemos jugar con el lector, pero no
despistarle en demasía o perderá su interés por nuestra historia.
Para
la elección del tono adecuado hay que tener en cuenta el tema, el
ambiente y el mensaje que la obra quiera transmitir.
Es
posible que nos gusten las novelas de ciencia ficción, pero también es probable
que nuestra reacción no sea la misma según el tono empleado en cada una de
ellas. “El centinela” de Arthur C. Clarke, “La guerra de los mundos” de Herbert
George Wells y “Solaris” de Stanisław Lem enfrentan a la humanidad con un hecho
crucial como es la posibilidad de vida extraterrestre, sin embargo sus “anécdotas”
y “tonos” son completamente diferentes aunque emplean a un narrador en primera
persona.
Hay
una gran diferencia en el tono al decir "De esta manera, seguimos
avanzando con laboriosidad, barcos contra la corriente, en regresión sin pausa
hacia el pasado" (“El gran Gatsby”) y "Nuestro pasado no dejaba de
tirar de nosotros como barcos navegando contra la corriente". El tono
solemne y nostálgico de la primera oración capta la atención del lector antes
de cerrar el libro por última vez mientras que la falta de un tono específico
en la segunda oración lo convierte en un final soso.
Hay
que diferenciar entre tono y ambiente. El segundo podríamos decir que está
fuertemente condicionado por el primero.
El
tono, hemos dicho, transmite una emoción mientras que el ambiente manifiesta o
impregna, al lector de esa emoción. Sin que el lector descubra lo que está
pasando, debe ser devorado por la situación creada. El ambiente tiene más
relación con la reacción del lector al uso de un determinado tono por parte del
autor. Tanto el tono como el ambiente dependen de la capacidad del autor para
evocar sentimientos por medio de un uso habilidoso de las palabras. Ambos
conceptos se complementan.
Por
ejemplo, una escena que describa el primer encuentro entre dos viejos amigos
después de muchos años probablemente use un tono de intimidad para transmitir
el vínculo estrecho entre ellos. Es probable que el ambiente sea nostálgico
para desencadenar la reacción emocional de los lectores y hacerlos sentir
conectados con la experiencia de los personajes.
El
escenario es uno de los recursos más comunes que los autores usan para crear el
ambiente: una cabaña abandonada en el bosque, una noche demasiado oscura, un
desierto a pleno sol y una calle abarrotada en una ciudad evocan diferentes
sensaciones.
Para
la construcción del escenario que nos permita transmitir el ambiente, y, por
tanto, el tono de la obra necesitamos combinar una serie de elementos
como la dicción, las imágenes, los detalles, el lenguaje y la estructura de las
oraciones.
En
literatura, la dicción se refiere a las palabras que el autor elige usar, si
las palabras elegidas son abstractas o concretas, generales o específicas, y
formales o informales. Las abstractas son las que no pueden percibirse con los
sentidos, mientras que las concretas son aquellas que pueden percibirse y
medirse. Por ejemplo, la palabra "mesa" es concreta pero la palabra
"odio" es abstracta. Las palabras abstractas pueden
"contar" una historia y se usan para desplazarse rápidamente a través
de los eventos, mientras que las palabras concretas "muestran" y
colocan al lector en una escena que se ralentiza junto con los personajes.
Las
palabras generales son imprecisas, como "auto" o "gato".
Estas son palabras concretas pero pueden aplicar a cualquier tipo de auto o
gato específico, así que el lector puede imaginarse lo que quiera. En
contraste, las palabras específicas como "siamés" y
"Ferrari" restringen al lector a una imagen en particular.
Las
palabras formales son largas, técnicas o inusuales y las usan los autores que
quieren que el lector vea al autor o al personaje como alguien altamente
educado o pretencioso. Las palabras informales son aquellas con las que casi
todos los lectores estarán familiarizados, incluyendo las contracciones y la
jerga, las cuales se asemejan más de cerca a la forma como habla la mayoría de
las personas.
En
cuanto a las imágenes, este es el lenguaje descriptivo que revela lo que el
autor o el personaje piensan y sienten acerca de lo que sucede. Esto puede
incluir comparaciones, símbolos o metáforas. Un autor que escribe sobre un
personaje que nada en un estanque de agua caliente y lo describe como un baño
caliente sugiere que el estanque es tentador, relajante y reconfortante. Un
autor que describe la misma actividad como cocinarse a fuego lento en una olla
puede querer sugerir incomodidad o una sensación de presagio.
Sobre
los detalles, ningún autor puede incluir en la historia toda la información
sobre un personaje, una escena o un evento. Los detalles que se incluyen y los
que se omiten, o cuán profundamente el autor se enfoca en detalles específicos,
son un indicador importante del tono. Un autor puede describir una casa
diciendo que tiene flores alegres en el patio delantero, lo cual sugiere que la
casa es un hogar feliz para unos inquilinos felices. Otro autor puede no
mencionar las flores pero hablar sobre la pintura desconchada o las ventanas
sucias, lo que sugiere que la casa es un lugar deprimente ocupado por personas
deprimidas.
En
el lenguaje empleado, el autor elegirá las palabras según su connotación (imágenes
o sentimientos puedan evocar). Referirse a un perro como un "perrito"
es afectuoso, mientras que, para transmitir odio o miedo a los perros, el autor
puede usar la palabra "bicho". Otro ejemplo: Crepúsculo y anochecer.
El anochecer tiene más relación con la oscuridad que con la luz y puede sugerir
que la noche se acerca rápidamente, con todas las cosas aterradoras que suceden.
En contraste, el crepúsculo puede sugerir que el alba se acerca, la cual
representa un nuevo comienzo, o que el sol acaba de ponerse, indicando el final
de un día difícil.
También
se pueden elegir palabras estrictamente por su sonido. Las palabras con un
sonido agradable sugieren que el autor escribe una historia sobre cosas
agradables, mientras que las palabras con un sonido duro sugieren que el tema
también es duro o desagradable. Por ejemplo, unas campanas chinas pueden ser ya
sea melifluas (musicales) o cacofónicas (molestas).
A lo
que se le refiere como "sintaxis", el autor puede variar la
estructura de las oraciones para transmitir el tono y suscitar una reacción
diferente en los lectores. Por lo general, el mayor énfasis debe estar en el
final de la oración. "Juan trajo flores" enfatiza lo que trajo
mientras que "Las flores fueron traídas por Juan" enfatiza quién
trajo las flores. Al invertir el orden de las palabras, el autor hace que la
persona que trajo las flores sea una sorpresa para el lector.
Las
oraciones cortas son más intensas e inmediatas, mientras que las oraciones
largas crean una distancia entre el lector y la historia. Sin embargo, las
oraciones más largas que sean dichas por los personajes sugieren reflexión
mientras que las oraciones cortas pueden verse como frívolas o irrespetuosas.
Muchos
rompen las reglas de la sintaxis a propósito para lograr un efecto deseado. Por
ejemplo, un escritor puede elegir colocar un adjetivo antes de sus sustantivos
(anástrofe) para añadir peso a los adjetivos y hacer que la oración sea más
dramática. "El oscuro y aburrido día" estimula al lector a prestar
una atención adicional a la naturaleza inusual del día.
Hay
una amplia variedad de tonos, algunos de los más corrientes pueden ser: formal,
informal, íntimo, solemne, intrigante, sombrío, activo, sarcástico, serio,
irónico, condescendiente, popular, amoroso y todo aquello que tiene que ver con
las emociones humanas y con la actitud de la voz del narrador en la obra.
– Tono veraz: Son tonos
narrativos con un matiz de veracidad y que pueden variar en su expresividad.
Los podemos considerar como
Imperturbables:
Se narra sin poner en duda ni justificar lo que se está contando aunque sea
absurdo. Se usan en la literatura fantástica.
Confesionales:
Se narra revelando determinadas circunstancias reforzando la veracidad de lo
que se cuenta.
Proféticos:
Se narra sin dudas, dando la mayor cantidad de detalles para demostrar que se
conoce lo que se cuenta
– Tono lírico: Es aquel
mediante el cual el autor trata de hacernos llegar la impresión de que lo que
ocurre en su relato es casi poesía. Es un tono íntimo y cálido. Un ejemplo
podría ser:
“Oaxaca...
la palabra era como un corazón que se quebraba, un repentino repicar de
campanas sofocadas en medio del vendaval, últimas sílabas de algún sediento que
agoniza en el desierto. ¡Si se acordaba de Oaxaca! ¿Las rosas y el gran árbol?
– ¿Era eso? –El polvo y los camiones a Etha y Nochistlán..." Malcolm
Lowry.
Características:
Tono íntimo y cálido. Frases complejas. Abundancia de recursos, giros verbales,
perífrasis, adjetivaciones…
– Tono frío: Prima el valor informativo de la
narración. El narrador se mantiene distante hacia lo narrado, hay poca
adjetivación, frases sencillas. Valga como ejemplo el comienzo de "Un día
perfecto para el pez plátano" de J.D.Salinger: "En el hotel había
noventa y siete agentes de publicidad neoyorquinos. Como monopolizaban las
líneas telefónicas de larga distancia, la chica del 507 tuvo que esperar su
llamada desde el mediodía hasta las dos y media de la tarde. Pero no perdió el
tiempo. En una revista femenina leyó un artículo titulado «El sexo es divertido
o infernal». Lavó su peine y su cepillo. Quitó una mancha de la falda de su
traje beige. Corrió un poco el botón de la blusa de Saks. (...)"
Características: Frío, impersonal, poca adjetivación,
frases sencillas.
– Tono humorístico:
Destaca la posición de superioridad desde la que el narrador –y también el lector–
se acercan a la historia y a los personajes; la búsqueda de la comicidad, de la
burla, de la sana comprensión hacia los defectos de los personajes y, en fin,
de los seres humanos. Como ejemplo, un texto de Italo Calvino: “EL viento,
viniendo de sabe dónde a la ciudad, le trae regalos inesperados, de los que tan
sólo se aperciben algunas almas sensibles, como las sujetas a la fiebre del
heno, a las cuales hace estornudar el polen de flores de otras tierras. Un día,
a la tira de tierra de un paseo ciudadano llegó, a saber cómo, una ráfaga de
esporas, y se formaron hongos. Nadie se dio cuenta salvo el peón Marcovaldo,
que precisamente allí tomaba cada mañana el tranvía (...)."
Características: Superioridad del narrador (e
indirectamente del lector), giros, expresiones, ritmos, juegos de palabras para
hacer reír, búsqueda de situaciones cómicas, exagerar los defectos de los
personajes.
– Tono Formal: Es el
tono que predomina en la correspondencia oficial. Mantiene las características
de alejamiento de la historia que impone el tono frío, pero le da sensación de
verosimilitud por su eliminación de la ambigüedad. Un ejemplo lo tenemos en
"Instrucciones para llorar" de Julio Cortázar: “Dejando de lado los
motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un
llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su
paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una
contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y
mocos, estos últimos al final, pues el llanto debe acabarse en el momento en
que uno se suena enérgicamente (...)"
Características: Alejado de la historia pero en menos
grado que el tono frío. Conserva los criterios de corrección, descripción y
seriedad. Sensación de verosimilitud.
– Tono Casual: El
narrador es un sujeto débil, dubitativo, que, más que afirmar, establece una consulta
al lector, apela al destinatario del texto y entra en relación directa con él.
Un ejemplo puede ser este otro texto de Cortázar, "Aplastamiento de las
gotas": "Yo, no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el
tiempo, afuera tupido y gris, aquí, contra el balcón con goterones cuajados y
duros, que hacen puf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué
hastío. (...)"
Características: Emplea un lenguaje natural plagado
de dudas e indecisiones. Apela al lector entrando en relación directa con él.
Es importante el uso del registro oral adecuado.
– Tono inquisidor:
Indica que se está procediendo a la investigación de unos hechos y puede ser:
Avizor:
Se narra estando al acecho de un secreto que se esconde y que se intentará
revelar al lector en las próximas páginas. Se usa en historias policíacas.
Revelador:
Se narra la investigación y, casi inmediatamente, el descubrimiento o la
comprobación del hecho.
Hipotético:
Se plantean hipótesis, conjeturas, con un sentido exploratorio. Se diferencia
del tono avizor en que en este caso se simula un razonamiento, lo importante no
es revelar un secreto.
Receloso:
Se narra desplegando sospechas. Suele detener la investigación del relato.
Interrogativo: Se narra
incluyendo preguntas y explicándolas.
Dubitativo:
Se narra como si no se supiera bien lo que ocurre. Las dudas se introducen al
relato y conducen a la investigación.
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