Si no has de
volverme a España,
Dios de la única bondad,
¡hágase tu voluntad!
Como en el cielo en la tierra,
en la montaña y la mar,
Fuenterrabía soñada,
tu campana oigo sonar.
Es el llanto del Jaizquibel
-sobre él pasa el huracán-,
entraña de mi honda España,
te siento en mí palpitar.
Espejo del Bidasoa
que vas a perderte al mar,
¡qué de ensueños te me llevas!,
a Dios van a reposar.
Campana Fuenterrabía,
lengua de la eternidad,
me traes la voz redentora
de Dios, la única bondad.
¡Hazme, Señor, tu campana,
campana de tu verdad,
y la guerra de este siglo
me dé en tierra eterna paz!
Miguel
de Unamuno.
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