ROMANCE
DE UN GALÁN QUE NO OSABA DECLARARSE A SU DAMA POR INCONVENIENTES
Niña
del copete rubio,
¿qué
espantajo hay en tu calle
que
tiene todos los días
acorados
tus galanes?
Pensará
que las garzotas
los
hace garzas reales,
o
por las pintadas plumas
piensan
que son otras aves.
Mas
es trabajo perdido,
que
bastan tus ojos graves
para
matallos de miedo
sin
que con bultos los maten.
Uno
de los menos vistos
soy
yo que por recatarme,
no
doy licencia a mis ojos
para
que puedan mirarte:
de
los aires me recelo,
según
te guardo los aires,
y
aun sin levantarlos temo
que
rabias no me levanten.
Sordo
y mudo te he servido,
mira
qué dos calidades
para
recabar pidiendo
lo
que pidiendo ha de darse.
Pasando
por tus balcones
de
los sangrientos ijares
del
caballo bullicioso
aparto
el largo acicate,
porque
sus corvetas locas
tus
cuerdas guardas no espanten,
que
con arrebatos necios
te
ofenden todas las tardes.
Hecho
un Tántalo de gustos
todos
mis días son martes,
riñendo
con mis deseos
porque
no riña tu madre.
Si
mucho dura la historia
bien
podrán a pocos lances
en
el cielo de Cupido
por
mártir canonizarme;
pasaré
mudo a su gloría
sin
que de mis penas trate,
pues
sobre ser tan antiguas,
barrunto
que no las sabes.
D. Bernardo Catalá de Valeriola (Valencia, 26 de octubre de 1568 – León, 2 de noviembre de 1608)
Cojuelo corre:
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