María,
Tú que fuiste la Madre
de un Obrero,
sé ahora la Madre de
todos los trabajadores,
de todos los que van a
la fábrica con la frente cansada
y que vuelven de ella
agotados de fatiga;
de todos cuantos ven su
trabajo despreciado
y que lo hacen sin
gusto, como una cosa amarga;
de todos los que
trabajan y minan su salud
para alimentar a sus
familias
y satisfacer nuestros
caprichos o necesidades;
de todos los que se
creen abandonados
y cuya desesperación
está lindando con la rebeldía;
de todos los que han
perdido a Cristo,
y cuya vida no tiene ya
sentido.
Devuélveles a todos la
alegría del trabajo. Amén
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