Santa
Oria o Áurea (Villavelayo, 1043-1070), es una santa de la tradición cristiana
occidental.
Festividad 15 de marzo.
Festividad 15 de marzo.
Todos
los datos fundamentales de su vida los conocemos por la obra de Gonzalo de
Berceo, Poema o Vida de santa Oria. Por ella, sabemos que la santa nació en el
pueblo riojano de Villavelayo, sus padres fueron Amuña y García y a la tierna
edad de diez años se recluyó, junto con su madre, en el monasterio de San
Millán de Suso, en el cual permaneció hasta su muerte. Durante los últimos años
de su vida, Oria gozó de visiones celestiales y, tras su muerte, se le apareció
en una ensoñación a su madre. Así, los datos proporcionados por Berceo se
complementan con una Memoria Cronológica citada por el padre Argáiz1 cuya cronología
nos revela que nació en el año 1043, se recluyó en 1052; tuvo su primera visión
en 1068, cuando contaba con 25 años, y murió el 15 de marzo de 1070 a los 28
años. Berceo nos narra que su cuerpo fue enterrado en una cueva detrás del
Monasterio de Suso.
POEMA DE SANTA ORIA
Gonzalo de Berceo
INDICE
Prólogo
Introducción
Primera visión
Segunda visión
Tercera visión
Muerte de Oria
Epílogo
PRÓLOGO
1
En el nombre del
Padre que nos quiso criar
e de don Jesu
Christo qui nos vino salvar
e del Spíritu
Sancto, lumbre de confortar,
de una sancta
virgen quiero versificar.
2
Quiero en mi
vegez, maguer so ya cansado,
de esta sancta
virgen romançar su dictado;
e non quiera
vengança tomar del mi pecado.
3
Luego en el
comienço e en la primería,
a ella mercet
pido, ella sea mi guía;
ruegue a la
Gloriosa, Madre Sancta María,
que sea nuestra
guarda de noche e de día.
4
Bien es que vos digamos, luego en la entrada,
cuál nombre li
pusieron cuando fue baptizada,
como era preciosa más que piedra preciada,
nombre avié de
oro, Oria era llamada.
5
Como diz del
apóstol Sant Pablo la lectión,
fue esta sancta
virgen vaso de electión,
ca puso Dios en
ella complida bendición
e vido en los
Cielos mucha grant visïón.
6
Qui en esto
dubdare que nos versificamos,
que non es esta
cosa tal como nos contamos,
pecará duramente en Dios que adoramos,
ca nos cuanto
dezimos escripto lo fallamos.
7
El qui lo escrivió non dirié falsedat,
que omne bueno
era, de muy grant sanctidat;
bien conosció a
Oria, sopo su poridat,
en todo cuanto
dixo, dixo toda verdat.
8
Muño era su
nombre, omne fue bien letrado,
sopo bien su
fazienda, él fizo el dictado,
aviégelo la madre todo bien razonado,
que non querrié
mentir por un rico condado.
9
Dello sopo de
Oria, de la madre lo ál,
de ambas era elli maestro muy leal.
Dios nos dé la su
gracia el Reÿ Spirital
que allá nin aquí nunca veamos mal.
10
Avemos en el
prólogo nos mucho detardado,
sigamos la
estoria, esto es aguisado;
los días son non
grandes, anochezrá privado,
escrivir en
tiniebra es un mester pesado.
INTRODUCCIÓN
11
Essa virgen
preciosa de quien fablar solemos
fue de Villa
Vellayo, segunt lo que leemos;
Amuña fue su
madre, escripto lo tenemos,
García fue el
padre, en letra lo avemos.
12
Fue de Villa
Velayo Amuña natural,
el su marido
sancto, García, otro tal;
siempre en bien
punaron, partiéronse de mal,
cobdiciavan la
gracia del Reÿ Celestial.
13
Omnes eran
cathólicos, vivién vida derecha,
davan a los
señores a cascuno su pecha,
non fallava en
ellos el dïablo retrecha,
el que todas
sazones a los buenos asecha.
14
Nunca querién sus
carnes mantener a gran vicio,
ponién toda
femencia en fer a Dios servicio,
esso avién por
pascua e por muy grant delicio,
a Dios ponién
delante en todo su oficio.
15
Rogavan a Dios
siempre de firme coraçón,
que lis quisiesse
dar alguna criazón,
que fues al su
servicio, que pora otri non,
e siempre
mejorasse esta devocïón.
16
Si lis dio otros
fijos non lo diz la leyenda,
mas diolis una
fija de spiritual fazienda,
que ovo con su
carne baraja e contienda,
por consentir al
cuerpo nunca soltó la rienda.
17
Sanctos fueron sin
dubda e justos los parientes
que fueron de tal fija engendrar merescientes;
de niñez fazié
ella fechos muy convenientes,
sedién
marabilladas ende todas las gentes.
18
Apriso las
costumbres de los buenos parientes,
cuanto li
castigavan ponié en ello mientes,
con ambos sus
labriellos apretava sus dientes,
que non salliessen
dende vierbos desconvenientes.
19
Desque mudó los
dientes, luego a pocos años,
pagávase muy poco de los seglares paños,
vistió otros
vestidos de los monges calaños,
podrién pocos
dineros valer los sus peaños.
20
Desemparó el mundo Oria, toca negrada,
en un rencón
angosto entró emparedada,
sufrié grant
astinencia, vivié vida lazrada,
por ond ganó en
cabo de Dios rica soldada.
21
Quiso seer la
madre de más áspera vida,
entró emparedada, de celicio vestida,
martiriava sus
carnes a la mayor medida,
que non fuesse la
alma del dïablo vencida.
22
Si ante fuera
buena fue después muy mejor,
plazié el su
servicio a Dios Nuestro Señor,
los pueblos de la
tierra fazienli grant honor,
salié a luengas
tierras la su buena loor.
23
Dexemos de la
madre, en la fija tornemos,
essas laudes
tengamos cuyas bodas comemos;
si nos cantar
sopiéremos grant materia tenemos,
menester nos será todo sen que avemos.
24
De suso la
nombramos, acordarvos podedes,
emparedada era, yazié entre paredes,
avié vida lazrada cual entender podedes,
si su vida
leyerdes assí lo provaredes.
25
Era esta reclusa vaso de caridat,
templo de
pacïencia e de humilidat,
non amava palabras oír de vanidat,
luz era e
confuerto de la su vezindat.
26
Por que angosta
era la emparedación,
teniela por muy
larga el su buen coraçón;
siempre rezava
psalmos e fazié oración,
foradava los
Cielos la su devocïón.
27
Tanto fue Dios
pagado de las sus oraciones
que li mostró en
Cielo tan grandes visïones
que devién a los
omnes cambiar los coraçones;
non las podrién
contar palabras nin sermones.
PRIMERA VISIÓN.
28
Tercera noche era después de Navidat,
de Sancta Eügenia era festividat,
vido de visïones una infinidat,
onde parez que era plena de sanctidat.
29
Después de las
matinas, leída la lectión,
escuchola bien
Oria con grant devocïón,
quiso dormir un poco, tomar consolación,
vido en poca hora una grant visïón.
30
Vido tres sanctas
vírgines de grant auctoridat,
todas tres fueron
mártires en poquiella edat;
Agatha en Cataña, essa rica ciudat,
Olalia en
Melérida, niña de grant beldat.
31
Cecilia fue
tercera una mártir preciosa,
que de don Jesu
Christo quiso seer esposa,
non quiso otra
suegra si non la Glorïosa,
que fue mucho más
bella que nin lilio nin rosa.
39
«Fija», dixo
Ollalia, «tú tal cosa non digas,
ca as sobre los Cielos amigos e amigas;
assí mandas tus
carnes e assí las aguisas
que por sobir los
Cielos tú digna te predigas.
40
Rescibe est
consejo, la mi fija querida,
guarda esta
palomba, todo lo ál olvida,
tú ve do ella
fuere, non serás decebida,
guíate por nos,
fija, ca Chritus te combida».
41
Oyendo est consejo que Olalia li dava,
alçó Oria los ojos arriba ond estava,
vido una columna, a los Cielos pujava,
tant era de
enfiesta que avés la catava.
42
Avié en la columna escalones e gradas,
veer solemos tales en las torres obradas,
yo sobí por
algunas, esto muchas vegadas,
por tal suben las
almas que son aventuradas.
43
Cuando durmié
Jacob cerca de la carrera,
vido subir los
ángeles por una escalera,
aquesta reluzía, ca obra de Dios era,
estonz perdió la
pierna, en essa lit vezera.
44
Moviosse la
palomba, començó de volar,
suso contra los
Cielos començó de pujar,
catávala don Oria dónde irié posar,
non la podié por
nada de voluntat sacar.
45
Empeçaron las
vírgenes lazradas a sobir,
empeçolas la dueña reclusa a seguir;
cuando cató don
Oria, Dios lo quiso complir,
fue puyada en somo por verdat vos dezir.
46
Ya eran, Deo
gracias, las vírgenes ribadas,
eran de la columna en somo aplanadas,
vidieron un buen
árbol, cimas bien compassadas,
que de diversas
flores estavan bien pobladas.
47
Verde era el ramo, de fojas bien cargado,
fazié sombra
sabrosa e logar muy temprado,
tenié redor el
tronco marabilloso prado,
más valié esso
solo que un rico regnado.
48
Estas cuatro
donzellas, ligeras más que biento,
obieron con est
árbol plazer e pagamiento,
subieron en él
todas, todas de buen taliento,
abién en él
folgura, en él grant complimiento.
49
Estando en el
árbol estas dueñas contadas,
sus palomas en
manos, alegres e pagadas,
vidieron en el
Cielo finiestras foradadas,
lumbres salién por
ellas, de dur serién contadas.
50
Salieron tres
personas por essas averturas,
cosas eran
angélicas con blancas vestiduras,
sendas vergas en
manos de preciosas pinturas,
vinieron contra
ellas en humanas figuras.
51
Tomaron estas
vírgenes estos sanctos barones,
como a sendas
péñolas en aquellos bordones,
pusiéronlas más
altas, en otras regïones,
allá vidieron
muchas honradas processiones.
52
Don Oria la
reclusa, de Dios mucho amada,
como la ovo ante Olalia castigada,
catando la
palomba, como bien acordada,
subió en pos las
otras a essa grant posada.
53
Puyava a los
Cielos sin ayuda ninguna,
non li fazié
embargo nin el sol nin la luna,
a Dios avié pagado por manera alguna,
si non, non subrié
tanto la fija de Amunia.
54
Entraron por el
Cielo que avierto estava,
alegrosse con
ellas la cort que y morava,
plógolis con la
cuarta qui las tres aguardava,
por essa
serraniella menos non se preciava.
55
Aparesciolis luego una muy grant compaña,
en bestiduras
albas, fermosas por fazaña,
semejoli a Oria una cosa extraña,
ca nunca vido cosa de aquesta calaña.
56
Preguntó a las
otras la de Villa Velayo:
«Dezitme qué es
esto, por Dios e Sant Pelayo,
en el mi coraçón una grant dubda trayo,
mejor parescen
éstos que las flores de mayo».
57
Dixiéronli las
otras: «Oye, fija querida,
calonges fueron
éstos, omnes de sancta vida,
tovieron en el
mundo la carne apremida,
agora son en
Gloria, en leticia complida».
58
Conosció la
reclusa buenos cuatro barones,
los que nunca
vidiera en ningunas sazones,
Bartolomeo, ducho de escrivir passiones,
don Gómez de
Massiella que dava bien raciones.
59
Don Xemeno
tercero, un vezino leal,
del varrio de
Vellayo fue ésti natural,
Galindo, su
criado, cual él bien otro tal,
que sopo de bien
mucho e sabié poco mal.
60
Fueron más
adelante en essa romería,
las mártires
delante, la freira en su guía,
aparesciolis otra, asaz grant compañía,
de la de los
calonges avié grant mejoría.
61
Todos vestién
casullas de preciosos colores,
blagos en la
siniestras, como predicadores,
cálices en las
diestras, de oro muy mejores,
semejavan
ministros de preciosos señores.
62
Demandó la serrana qué eran esta cosa:
«¿Qué procesión es ésta, tan grant e tan preciosa?».
Dixéronli las
mártires respuesta muy sabrosa:
«Obispos fueron
éstos, sierbos de la Gloriosa.
63
Porque daban al
pueblo bever de buen castigo,
por end tienen los
cálices cada uno consigo,
refirién con los
cuentos al mortal enemigo,
que engañó a Eva con un astroso figo».
64
Conosció la
reclusa, en essa procesión,
al obispo don
Sancho, un precioso varón,
con él a don
García, su leal compañón,
que sirvió a don
Christo de firme coraçón.
[...]
65
Dixiéronli las
mártires a Oria la serrana:
«El obispo don
Gómez non es aquí, hermana,
pero que traxo
mitra fue cosa mucho llana,
tal fue como el
árbol que florez e non grana».
66
Visto este
convento, esta sancta mesnada,
fue a otra comarca esta freira levada,
el coro de las
vírgenes, processión tan honrada,
salieron
rescivirla de voluntad pagada.
67
Salieron recivirla con responsos doblados,
fueron a abraçarla con los brazos alçados,
tenién con esta
novia los cueres bien pagados,
non fizieran tal
gozo años avié passados.
68
Embargada fue Oria con el recebimiento,
ca tenié que non
era de tal merecimiento,
estava atordida, en grant desarramiento,
pero nunca de cosa ovo tal pagamiento.
69
Si del Reÿ de
Gloria li fuesse otorgado.
fincarié con las
vírgenes de amor e de grado,
mas aún essi
tiempo non era allegado,
de recevir soldada del lazerio passado.
70
El coro de las
vírgenes, una fermosa az,
diéronli a la freira todas por orden paz.
Dixiéronli:
«Contigo, Oria, mucho nos plaz,
pora esta compaña digna eres assaz.
71
Esto por nuestro
mérito nos non lo ganariémos,
esto en que nos
somos, nos non lo mereciémos,
mas el nuestro
Esposo, a quien voto fiziemos,
fízonos esta
gracia porque bien lo quisiemos».
72
Oria que ant
estava mucho embergonzada,
con estos dichos
buenos fízose más osada,
preguntó a las
vírgines, essa sancta mesnada,
por una su maestra que la ovo criada.
73
Una maestra ovo de mucha sancta vida,
Urraca li
dixieron, mujer buena complida,
emparedada visco una buena partida,
era de la maestra Oria mucho querida.
74
Preguntólis por
ella la freira que oídes:
«Decitme, mis
señoras, por Dios a qui servides,
¿Urraca es en
éstas las que aquí venides?,
grant gracia me
faredes si esto me dezides.
75
Mi ama fue al
mundo ésta por quien demando,
lazró conmigo
mucho e a mí castigando,
querría yo que
fuesse en esti vuestro vando,
por su deudor me
tengo, durmiendo e velando».
76
Dixiéronli las
vírgenes nuebas de grant sabor:
«Essa que tú
demandas, Urraca la seror,
compañera es
nuestra e nuestra morador,
con Justa su
discípula, sierva del Criador».
77
«Ruégovos», dixo
Oria, «por Dios que la llamedes,
si me la
demostrardes grant merced me faredes,
yo por la su
doctrina entré entre paredes,
yo ganaré y mucho, vos nada non perdredes».
78
Clamáronla por
nombre las otras compañeras,
respondiolis
Urraca a las vezes primeras,
conosció la voz
Oria, entendió las señeras,
mas non podió
veerla por ningunas maneras.
79
La az era muy
luenga, esso la embargava,
que non podié
veerla, ca en cabo estava;
levola adelante la voz que la guiava,
pero a la maestra nunca la olbidava.
80
En cabo de las
vírgines, toda la az passada,
falló muy rica
siella de oro bien labrada,
de piedras muy
preciosas toda engastonada,
mas estava vazía e muy
bien seellada.
81
Vedié sobre la
siella muy rica acithara,
non podrié en est
mundo cosa seer tan clara,
Dios sólo faz tal
cosa que sus siervos empara,
que non podrié
comprarla toda alfoz de Lara.
82
Una dueña fermosa de edat mancebiella,
Voxmea avié
nombre, guardava esta siella;
darié por tal su
regno el reÿ de Castiella,
e serié tal
mercado que serié por fabliella.
83
Vido más adelante, en un apartamiento,
de sanctos
hermitaños un precioso combiento,
que sufrieron por
Christo mucho amargo viento,
por ganar a las
almas vida e guarimiento.
84
Conosció entre
todos un monge ordenado,
don Monio li
dixieron, como diz el dictado,
a otro su
discípulo, Muño era llamado,
que fue de
Valvanera buen abat consagrado.
85
Y vido a Galindo, en essa compañía,
ladrones lo
mataron en la hermitañía,
y vido a su padre que llamavan García,
aquelli que non
quiso seguir nulla follía.
86
Alçó Oria los ojos escontra aquilón,
vido grandes
compañas, fermosa criazón,
semejavan vestidos todos de vermejón;
preguntó a las
otras: «Éstos ¿qué cosa son?».
87
Dixiéronli las
vírgines que eran sus guionas:
«Todos éstos son
mártires, unas nobles personas,
dexáronse matar a colpes de azconas,
Jesu Christo por
ende diolis ricas coronas.
88
Allí es Sant
Estevan, qui fue apedreado,
Sant Lorent el que
César ovo después assado,
Sant Vicent el
caboso, de Valerio criado,
mucho otro buen
lego, mucho buen ordenado».
89
Vido a los
apóstolos más en alto logar,
cascuno en su
trono en qui devié juzgar;
a los evangelistas y los vido estar,
la su claridat
omne non la podrié contar.
90
Éstos son nuestros
padres, cabdiellos generales,
príncipes de los
pueblos, son omnes principales,
Jesu Christo fue
Papa, éstos los cardenales,
que sacaron del
mundo las serpientes mortales.
91
Dexemos lo ál
todo, a la siella tornemos,
la materia es
alta, temo que pecaremos,
mas en esto
culpados nos seer non devemos,
ca ál non
escrevimos, si non lo que leemos.
92
De suso lo
dixiemos, la materia lo dava,
Voxmea avié nombre qui la siella guardava,
como rayos del sol así relampagava,
bien fue felix la
alma pora la que estava.
93
Vistié esta
manceba preciosa vestidura,
más preciosa que
oro, más que la seda pura,
era sobreseñada de buena escriptura,
non cubrió omne
vivo tan rica cobertura.
94
Avié en ella
nombres de omnes de grant vida,
que servieron a
Christo con voluntad complida,
pero de los
reclusos fue la mayor partida,
que domaron sus
carnes a la mayor medida.
95
Las letras de los
justos de mayor sanctidat
parescién más
leíbles, de mayor claridat;
los otros más so
rienda, de menor sanctidat,
eran más
tenebrosas, de grant obscuridat.
96
Non se podié la
freira de la siella toller,
díxoli a Voxmea que lo querrié saver,
esti tan grant
adobo, cúyo podrié seer,
ca non serié por
nada comprado por aver.
97
Respondioli
Voxmea, díxoli buen mandado:
«Amiga, bien as
fecho e bien as demandado,
todo esto que vees a ti es otorgado,
ca es del tu
servicio el Criador pagado.
98
Todo esti adobo a ti es comendado,
el solar e la
silla, Dios sea end laudado,
si non te lo
quitare consejo del pecado,
el que fizo a Eva comer el mal bocado».
99
«Si como tú me
dizes», díxoli Sancta Oria,
«a mí es prometida esta tamaña gloria,
luego en esti
tálamo querría seer novia,
non querría del
oro tornar a la escoria».
100
Respondioli la
otra, como bien razonada:
«Non puede seer
esso, Oria, esta vegada;
de tornar as al
cuerpo, yazer emparedada,
fasta que sea toda tu vida acabada».
101
Las tres mártires sanctas que con ella vinieron,
en ninguna sazón d’ella non se partieron,
siempre fueron con
ella, con ella andidieron,
fasta que a su
casa misma la aduxieron.
102
Rogó a estas
sanctas de toda voluntat,
que rogassen por
ella al Rey de Majestat,
que gelo
condonasse por la su pïadat
de fincar con
Voxmea en essa heredat.
103
Rogaron a Dios
ellas cuanto mejor sopieron,
mas lo que pidié
ella ganar non lo podieron;
fablolis Dios del
Cielo, la voz bien la oyeron,
la su majestat
grande, pero non la vidieron.
104
Díxolis: «Piense
Oria de ir a su logar,
non vino aún
tiempo de aquí habitar;
aún ave un poco el cuerpo a lazrar,
después verná el
tiempo de la siella cobrar».
105
Como asmava Oria a su entendimiento,
oyó fablar a
Christo en essi buen conviento,
mas non podió
veerlo a todo su taliento,
ca bien lieve non
era de tal merecimiento.
106
«Señor», dixo, «e
Padre, pero que non te veo,
de ganar la tu
gracia siempre ovi deseo,
si una vez saliero del solar en que seo,
non tornaré y nunca segunt lo que yo creo.
107
Los Cielos son much
altos, yo pecadriz mezquina,
si una vez tornaro en la mi calabrina
non fallaré en
mundo señora nin madrina,
por qui yo esto
cobre, nin tardi nin aína».
108
Díxo·l aún de cabo la voz del Criador:
«Oria, del poco
mérito non ayas nul temor,
con lo que as
lazrado ganesti mi amor,
quitar non te lo
puede ningún escantador.
109
Lo que tú tanto
temes e estás desmedrida,
que los Cielos son
altos, enfiesta la subida,
yo te los faré
llanos, la mi fija querida,
que non abrás
embargo en toda tu venida.
110
De lo que tanto
temes non serás embargada,
non abrás nul
embargo, non te temas por nada.
Mi fija, benedicta vayas e sanctiguada,
torna a tu
casiella, reza tu matinada».
111
Tomáronla las
mártires que ante la guiaron,
por essa escalera por la que la levaron,
en muy poquiello
rato al cuerpo la tornaron,
espertó ella luego que ellas la dexaron.
112
Abrió ella los
ojos, cató en derredor,
non vido a las
mártires, ovo muy mal sabor;
vídose alongada de muy grande dulçor,
avié muy grande
cuita e sobejo dolor.
113
Non cuidava veer la hora ni el día
que podiesse
tornar a essa confradía;
doliesse de la
siella que estava vazía,
siella que Dios
fiziera a tan grant maestría.
114
Por estas visïones la reclusa don Oria
non dio en sí
entrada a nulla vanagloria;
por amor de la
alma non perder tal victoria,
non fazié a sus
carnes nulla misericordia.
115
Martiriava las
carnes dándolis grant lazerio,
cumplié días e
noches todo su ministerio,
yeyunios e
vigilias e rezar el salterio;
querié a todas guisas seguir el Evangelio.
116
El Reÿ de los
Reyes, Señor de los señores,
en cuya mano yazen justos e pecadores,
quiso sacar a Oria de estos baticores,
e ferla compañera de compañas mejores.
117
Onze meses señeros podrién seer passados,
desque vido los
pleitos que avemos contados,
de sanctos e de
sanctas combentos much honrados,
mas non los avié
Oria encara olbidados.
118
En essi mes onzeno vido grant visïón,
tan grant como las
otras las que escriptas son,
non se partié Dios
della en ninguna sazón,
ca siempre tenié
ella en Él su coraçón.
SEGUNDA VISIÓN.
119
Tercera noche ante del mártir Saturnino,
que cae en
nobiembre de Sant Andrés vezino,
vínoli una gracia, mejor nunca lí vino,
más dulz e más
sabrosa era que pan nin vino.
120
Serié la meatat de la noche passada,
avié mucho velado, Oria era cansada,
acostose un poco, flaca e muy lazrada,
non era la cameña de molsa ablentada.
121
Vido venir tres
vírgines, todas de una guisa,
todas venién
vestidas de una blanca frisa,
nunca tan blanca
vido nin toca nin camisa,
nunca tal cosa ovo nin Génüa nin Pisa.
122
Todas eran
iguales, de una calidat,
de una captenencia e de una edat;
ninguna a las
otras non vencié de bondat,
trayén en todas
cosas todas tres igualdat.
123
Trayén estas tres
vírgines una noble lechiga,
con adobos reales, non pobres nin mendiga;
fabláronli a Oria, de Dios buena amiga:
«Fija, oÿ un poco, sí Dios te benediga.
124
Liévate de la
tierra, que es fría e dura,
subí en esti
lecho, yazrás más en mollura;
he aquí, la Reïna desto seÿ segura
si te falla en
tierra, abrá de ti rencura».
125
«Dueñas», díxolis
Oria, «non es esso derecho,
pora viejo e flaco combiene esti lecho,
yo valient so e
niña por sofrir todo fecho,
si yo y me
echasse, Dios avrié end despecho.
126
Lecho quiero yo
áspero de sedas aguijosas,
non merescen mis
carnes yazer tanto viciosas;
por Dios que non
seades en esto porfidiosas,
pora muy grandes
omnes son cosas tan preciosas».
127
Tomáronla las
vírgines dándo·l grandes sossaños,
echáronla a Oria en essos ricos paños;
Oria con grant
cochura dava yemdos extraños,
ca non era vezada entrar en tales vaños.
128
Luego que fue la
freira en el lecho echada,
fue de bien grandes
lumbres la ciella alumbrada,
fue de vírgines
muchas en un rato poblada,
todas venién
honrarla a la emparedada.
129
Ende a poco rato vino Sancta María,
vínolis a las
vírgines gozo e alegría;
como con tal
Señora todas avién buen día,
allí fue adonada toda la confradría.
130
Dixiéronli a Oria: «Tú que yazes soñosa,
levántate, recibi a la Virgo Gloriosa,
que es Madre de
Christo e Fija e Esposa;
serás mal acordada si fazes otra cosa».
131
Respondiolis la
freira con grant humilidat:
«Si a ella
ploguiesse por la su pïadat,
que yo llegar
podiesse a la su Majestat,
cadría a sus
piedes de buena voluntat».
132
Abés avié don Oria el biervo acabado,
plegó la Glorïosa, ¡Dios tan buen encontrado!,
relumbró la
confita de relumbror doblado;
qui oviesse tal
huéspeda serié bien venturado.
133
La Madre
benedicta, de los Cielos Señora,
más fermosa de
mucho que non es la aurora,
non lo puso por
plazo nin sola una hora,
fue luego
abraçarla a Oria la serora.
134
Ovo con el falago Oria grant alegría,
preguntoli si era ella Sancta María.
«Non ayas nulla
dubda», díxo·l, «fijuela mía,
yo so la que tú
ruegas de noche e de día.
135
Yo so Sancta María la que tú mucho quieres,
que saqué de
porfazo a todas las mugieres.
Fija, Dios es
contigo, si tú firme sovieres,
irás a grant
riqueza, fija, cuando murieres».
136
«Madre», díxoli
Oria, «si tú eres María,
de la que fabló
tanto el barón Isaía,
por seer bien
certera algún signo querría,
por que segura
fuesse que salvarme podría».
137
Díxo·l la
Glorïosa: «Oria, la mi lazrada,
que de tan luengos
tiempos eres emparedada,
yo te daré un
signo, señal buena provada,
si la señal
vidieres estonz serás pagada.
138
Esto ten tú por
signo, por certera señal:
ante de pocos días enfermarás muy mal,
serás fuert
embargada d’enfermedat mortal,
cual nunca la
oviste terrasla bien por tal.
139
Veraste en grant
quexa, de muert serás cortada,
serás a pocos días d’esti mundo passada,
irás do tú
codicias, a la silla honrada,
la que tiene
Voxmea pora ti bien guardada».
TERCERA VISIÓN.
[...]
140
En cuita yazié
Oria, dentro en su casiella,
sedié un grant
convento de fuera de la ciella,
rezando su
salterio cascuno en su siella,
e non tenié
ninguno enxuta la maxiella.
141
Yaziendo la
enferma en tal tribulación,
maguera entre
dientes fazié su oración,
querié batir sus
pechos, mas non avié sazón,
pero querié la
mano alçar en essi son.
142
Traspúsose un poco ca era quebrantada,
fue a Mont Oliveti en visïón levada,
vido y tales cosas de que fue saborgada;
si non la
despertassen cuidó seer folgada.
143
Vido redor el
monte una bella anchura,
en ella de olivos una grant espessura,
cargados de olivas mucho sobre mesura,
podrié bevir so
ellos omne a grant folgura.
144
Vido por essa
sombra muchas gentes venir,
todas venién
gradosas a Oria rescebir,
todas bien
aguisadas de calçar e vestir;
querién si fuesse
tiempo al Cielo la sobir.
145
Eran estas
compañas de preciosos barones,
todos bestidos
eran de blancos ciclatones,
semejavan de
ángeles todas sus guarniciones;
otras tales
vidiera en algunas sazones.
146
Vido entre los
otros un omne ancïano,
don Sancho li
dixieron, barón fue massellano;
nunca lo ovo visto ni·l tanso de la mano,
pero la
serraniella conosció al serrano.
147
La madre con la
ravia non se podié folgar,
ca todos se
cuidavan que se querié passar,
metiose en la casa por la cosa probar,
començó de
traerla, ovo a despertar.
148
Con esto la
enferma ovo muy grant pesar,
en aquella sazón non querrié espertar,
ca sedié en grant
gloria, en sabroso logar,
e cuidava que
nunca allá podrié tornar.
149
Aviélis poco grado a los despertadores,
siquiere a la
madre, siquier a las sorores,
ca sedié en grant
gloria, entre buenos señores,
que non sintié un
punto de todos los dolores.
150
Disié entre los
dientes con una voz cansada:
«Monte Oliveti, Monte
Oliveti», ca non dizié ál nada;
non gelo entendía nadi de la posada,
ca non era la voz de tal guisa formada.
151
Otras buenas
mugeres que cerca li sedién,
vedién que
murmurava, mas no la entendién;
por una maravilla esta cosa avién,
estavan en grant
dubda si era mal o bien.
152
La madre de la
dueña fizo a mí clamar,
fízome en la casa de la fija entrar,
yo que la
afincasse, si podiesse fablar,
ca querié dezir
algo, non la podién entrar.
153
Dixiéronli a ella, cuando yo fui entrado:
«Oria, abri los
ojos, oirás buen mandado;
rescibe a don
Muño, el tu amo honrado,
que viene
despedirse del tu buen gasajado».
154
Luego que lo oyó este mandado Oria,
abrió ambos los
ojos, entró en su memoria,
e dixo: «Ay
mezquina, estava en grant gloria,
porque me
despertaron so en grant querimonia.
155
Si sólo un
poquiello me oviessen dexada,
grant amor me
fizieran, sería terminada,
ca entre tales
omnes era yo arribada
que contra los sus
bienes el mundo non es nada».
156
Ovo d’estas
palabras Muño mucho plazer.
«Amiga», dixo,
«esto fáznoslo entender,
bien non lo
entendemos, querriémoslo saver;
esto que te
rogamos tú déveslo fazer».
157
«Amigo», dixo
ella, «non te mintré en nada,
por fazer el tu
ruego mucho so adebdada,
fui a Mont Oliveti en visïón levada,
vidi y tales cosas por que so muy pagada.
158
Vidi y logar
bueno, sobra buen arbolado,
el fructo de los
árboles non sería preciado,
de campos grant
anchura, de flores grant mercado,
guarrié la su olor a omne entecado.
159
Vidi y grandes gentes de personas honradas,
que eran bien
bestidas, todas, e bien calçadas,
todas me
recibieron con laudes bien cantadas,
todas eran en una voluntat acordadas.
160
Tal era la
compaña, tal era el logar,
omne que y morasse nunca verié pesar;
si yo oviesse más un poco y estar,
podría muchos
bienes ende acarrear».
161
Díxo·l Muño a
Oria: «¿Cobdicias allá ir?».
Díxo·l a Muño
Oria: «Yo sí, más que vivir,
e tú non perdriés
nada de conmigo venir».
Díxo·l Muño:
«Quisiésselo esso Dios consintir».
162
Con sabor de la
cosa quísose levantar,
como omne que
quiere en carrera entrar.
Díxole Muño:
«Oria, fuelga en tu logar,
non es agora
tiempo por en naves entrar».
163
En esta pleitesía non quiero detardar,
si por bien lo
tobierdes quiérovos destajar,
a la fin de la
dueña me quiero acostar,
levarla a la
siella, después ir a folgar.
MUERTE DE ORIA.
164
El mes era de
março, la segunda semana,
fiesta de Sant Gregorio, de Leandre cormana,
hora cuando los
omnes fazen meridïana,
fue quexada la
dueña que siempre bistié lana.
165
La madre de la
dueña, cosa de Dios amada,
del duelo de la
fija estava muy lazrada;
non dormiera la
noche, estava apesgada,
lo que ella comía non era fascas nada.
166
Yo Muño e don
Gómez cellerer del logar,
oviemos a Amuña de firmes a rogar,
que fuese a su
lecho un poquiello folgar,
ca nos la
guardariemos si quisiesse passar.
167
Cuanto fue
acostada, fue luego adormida,
una visïón vido que fue luego complida,
vido a su marido, omne de sancta vida,
padre de la
reclusa que yazié mal tañida.
168
Vido a don García qui fuera su marido,
padre era de Oria, bien ante fue transido;
entendió bien que
era por la fija venido,
a que era sin
dubda el su curso complido.
169
Vido con don
García tres personas seer,
tan blancas que nul
omne no lo podrié creer,
todas de edat una e de un parescer,
mas non fablavan nada ni querién signas fer.
170
Preguntoli Amuña: «Dezitme, don García,
cuál es vuestra
venida, yo saverlo querría,
sí vos vala don
Christo, Madre Sancta María,
dezitme de la fija si verá cras el día».
171
«Sepas», dixo
García, «fágote bien certera,
cerca anda del
cabo, Oria, de la carrera,
cuenta que es
finada, ca la hora espera,
es de las sus
jornadas ésta la postremera».
172
Despierta fue
Amuña, la visïón passada,
si ante fue en
cuita, después fue más coitada,
ca sabié que la
fija serié luego passada,
e que fincarié
ella triste e desarrada.
173
Non echó esti
sueño la dueña en olbido,
ni lo que li
dixiera García su marido;
recontógelo todo a Muño su querido,
él decorolo todo como bien entendido.
174
Bien lo decoró
esso como todo lo ál,
bien gelo contó
ella, non lo priso él mal;
por end de la su
vida fizo libro caudal,
yo end lo saqué
esto de essi su missal.
175
Conjurola Amuña a su fijuela Oria:
«Fija, sí Dios vos
lieve a la su Sancta Gloria,
si visïón
vidiestes o alguna istoria,
dezítmelo de
mientre avedes la memoria».
176
«Madre», dixo la
fija, «qué m’afincades tanto;
dexatme, sí vos
vala Dios el buen Padre Sancto,
assaz tengo en mí lazerio e quebranto,
más me pesa la
lengua que un pesado canto.
177
Queredes que vos
fable, yo non puedo fablar,
veedes que non
puedo la palabra formar.
Madre, si me
quisierdes tan mucho afincar,
ante de la mi hora me puedo enfogar.
178
Madre, si Dios
quisiesse que podiesse bevir,
aún assaz tenía cosas que vos dezir,
mas cuando no lo
quiere el Crïador sofrir,
lo que a Él
ploguiere es todo de sofrir».
179
Fue·l viniendo a
Oria la hora postremera,
fuesse más
aquexando, boca de noche era,
alço la mano
diestra de fermosa manera,
fizo cruz en su
fruente, santiguó su mollera.
180
Alço ambas las
manos, juntolas en igual,
como qui riende
gracias al Reÿ Spirital;
cerró ojos e boca la reclusa leal,
rendió a Dios la alma, nunca más sintió mal.
181
Avié buenas
compañas en essi passamiento,
el buen abat don
Pedro, persona de buen tiento,
monges e
hermitaños, un general conviento,
éstos fazién
obsequio e todo complimiento.
182
Fue esti sancto
cuerpo ricamente guardado,
en sus paños de
orden ricament aguisado,
fue muchas de
vegadas el psalterio rezado,
non se partieron
delli fasta fue soterrado.
183
Si entender
queredes toda certanidat,
dó yaze esta dueña de tan grant sanctidat,
en Sant Millán de
Suso, ésta es la verdat,
fáganos Dios por
ella merced e caridat.
184
Cerca de la
iglesia es la su sepultura,
a pocas de
passadas, en una angustura,
dentro en una
cueba, so una piedra dura,
como merescié
ella, non de tal apostura.
185
La fija e la
madre, ambas de sancta vida,
como ovieron
siempre grant amor e complida,
en la muerte y
todo non an cosa partida,
cerca yaze de Oria Amuña sepelida.
186
Cuerpos son derecheros, que sean adorados,
ca sufrieron por
Christo lazerios muy granados;
ellas fagan a Dios ruegos multiplicados,
que nos salve las
almas, perdone los pecados.
187
Aún non me
querría, señores, espedir,
aún fincan
cosiellas que vos e de dezir;
la obra començada bien la quiero complir,
que non aya
ninguno por qué me escarnir.
188
Desque murió la
fija, sancta emparedada,
andava la su madre por ella fetillada,
sólo que la
podiesse soñar una vegada,
teniese por
guarida e por muy confortada.
189
Sopo Dios entender bien el su coraçón,
demostroli a Amuña una grant visïón,
que sopo de la
fija qué era o qué non;
aún esso nos finca de todo el sermón.
EPÍLOGO.
190
Cayó una grant
fiesta, un día señalado,
día de cincüesma que es mayo mediado;
ensoñó esta dueña un sueño deseado,
por cual muchas
vegadas ovo a Dios rogado.
191
Cantadas las
matinas, la licencia soltada,
que fuesse quis quisiesse folgar a su posada,
acostose un poco Amuña bien lazrada,
e luego ensoñó la su fija amada.
192
Abraçáronse ambas como fazién en vida.
«Fija», dixo la
madre, «avédesme guarida,
quiero que me
digades cuál es vuestra venida,
o si sodes en pena o sodes end salida».
193
«Madre», dixo la
fija, «fiesta es general,
como Resurrectión o como la Natal;
oy prenden los
christianos el Cevo Spirital,
el cuerpo de don
Christo, mi Señor natural.
194
Pascua es en que
deven christianos comulgar,
recebir Corpus Domini sagrado en altar.
Yo essi quiero,
madre, rescibir e tomar,
e tener mi
carrera, allá quiero andar.
195
Madre, si bien me
quieres, pro me quieres buscar,
manda llamar los
clérigos, vénganme comulgar,
que luego me
querría de mi grado tornar,
e nin poco nin
mucho non querría tardar».
196
«Fija», dixo la
madre, «¿dó vos queredes ir?».
«Madre», dixo la
fija, «a los Cielos sobir».
«Sin razón me
fazedes, quiérovoslo dezir,
que tan luego
queredes de mí vos despartir.
197
Mas, fija, una
cosa vos quiero demandar:
si en el
passamiento rescibiestes pesar,
o si vos dieron
luego en el Cielo logar,
o voz fizieron
ante a la puerta musar».
198
«Madre», dixo la fija, «en la noche primera
non entré al
palacio, non sé por cuál manera,
otro día mañana abriome la portera,
rescibiéronme,
madre, todos por compañera».
199
«Fija, en essa
noche que entrar non podiestes,
¿quién voz fizo
compaña mientre fuera soviestes?».
«Madre, las sanctas
vírgines que de suso oyestes,
sovi en tal
delicio en cual nunca oyestes.
200
La Virgo Glorïosa lo que me prometió,
ella sea laudada, ca bien me lo guardó;
en el mi passamiento de mí non se partió,
de la su sancta
gracia en mí mucha metió».
201
«Otra cosa vos
quiero, mi fija, preguntar:
¿en cuál compaña
sodes?, fazétmelo entrar».
«Madre», dixo la
fija, «estó en buen logar,
cual nunca por mi
mérito non podría ganar.
202
Entre los
inocentes so, madre, heredada,
los que puso
Erodes por Christo a espada.
Yo non lo merezría de seer tan honrada,
mas plogo a don
Christo la su virtut sagrada».
203
Estas palabras
dichas e muchas otras tales,
Oria la benedicta, de fechos spiritales,
fuyoli a la madre de los ojos corales;
despertó luego
ella, mojó los lagremales.
204
Vido sin éstas
otras muy grandes visïones,
de que formarié
omne assaz buenas razones,
mas tengo otras
priesas de fer mis cabazones,
quiero alçarme
desto fasta otras sazones.
205
Gonçalo li
dixieron al versificador,
que en su
portalejo fizo esta lavor;
ponga en él su
gracia Dios el Nuestro Señor,
que vea la su
Gloria en el Regno Mayor.
SOBRE EL POEMA.
La
Vida de Santa Oria es un poema hagiográfico medieval castellano compuesto por
el sacerdote Gonzalo de Berceo, miembro de la escuela poética denominada Mester
de Clerecía.
Narra
en cuaderna vía y versos alejandrinos la vida de una monja benedictina que
vivió reclusa en el monasterio de San
Millán de Suso. La fuente del poema, según el propio autor, era la “Vita Sanctae Aureae” escrita por Muño,
el maestro y confesor de la santa y de su madre Amunia, un monje emilianense
del siglo XI, texto que no ha llegado a la posteridad. La obra está incompleta
y presenta doscientas cinco estrofas; las veintiuna últimas parecen añadidas,
quizá por el mismo Berceo. Como es habitual en el autor, consta de tres partes
principales, cada una centrada en torno a una visión sobrenatural de la
protagonista:
I,
estrofas 25-109;
II,
estrofas 110-136, que narra la visión central de la Virgen;
III,
estrofas 137-179.
El
texto se enmarca además entre una introducción (estrofas 1-24) y un epílogo
(180-184), formando una estructura ojival tensiva y distensiva en torno a la
visión central. Se cree que fue la última obra compuesta por Berceo, en la
segunda mitad del siglo XIII y con toda probabilidad después de 1252.
Argumento:
Joaquín
Gimeno Casalduero resume así su argumento: "La introducción presenta a
Santa Oria, cuenta su vida hasta el momento en que empiezan las visiones; es
decir, habla de su patria y de sus padres, refiere su entrada en el monasterio,
enumera sus virtudes, y atribuye a esas virtudes los méritos por los que gana
la felicidad eterna tras la muerte y la gracia de la visión en esta vida.
Terminada la introducción, se desarrollan las tres partes -las tres visiones-
sobre las que el poema se levanta. En la primera, visita el cielo Santa Oria y
contempla a sus habitantes, su organización y su estructura; contempla también
el premio que ha ganado con sus obras y que se le reserva si sabe mantenerlo.
En la segunda visión, es Santa María, rodeada de vírgenes, la que visita a la
penitente para comunicarle que sus nuevas oraciones y sus sacrificios le han
asegurado el premio y que se acerca su muerte, por lo tanto. En la visión
tercera, se traslada Oria al Monte de los Olivos y comienza a gozar en él de la
eterna bienaventuranza. Es entonces, al terminar la visita, cuando tiene lugar
la muerte y enterramiento de la reclusa. El breve epílogo certifica por eso su
triunfo".
La estructura del poema parece encaminada a glorificar la
muerte de la santa y entre sus propósitos principales están fomentar la piedad
popular y, como sostienen Brian Dutton y posteriormente John Walsh, atraer peregrinos y limosnas para el monasterio de San Millán donde
se guardaban las reliquias de la santa y que entonces atravesaba una
seria crisis económica. Pero en este caso, al contrario que en otros poemas de
Berceo, la intención puramente religiosa y devota es más patente, ya que los
milagros son mucho más escasos y dominan las visiones: su intención es más bien
animar a las monjas de la época, recluidas en monasterios como el de San Millán
de la Cogolla, entregadas a la vida contemplativa y dedicadas a la castidad y
al sacrificio.
La
obra nos ha llegado en un único texto que se conserva en un códice del siglo
XIV (F) hoy en la Real Academia Española de la Lengua, y en tres copias del
siglo XVIII sacadas de aquel. Una de ellas se encuentra en la llamada Copia de
Ibarreta (= I, ms. 93 del archivo de Silos). Otra fue hecha por el P. Diego de
Mecolaeta, abad de San Millán (1737-1742), bastante mala, de la que sacó otra
copia el poeta ilustrado Tomás de Iriarte que acumula aún más errores y hoy se
guarda en la Biblioteca Nacional de España. Al códice del siglo XIV le faltan
dos folios, uno de los cuales se perdió después de las copias del siglo XVIII.
Gonzalo de Berceo.
Gonzalo
de Berceo (Berceo, c. 1198 - antes de 1264) fue un poeta medieval nacido en
Berceo (La Rioja), uno de los máximos representantes del mester de clerecía.
Profesó como monje en el monasterio de San Millán de la Cogolla.
Madrid,
era una aldea cercana a San Millán de la Cogolla situada en la orilla del río
Cárdenas y lindante con el pueblo de Berceo, en la actual provincia de La
Rioja. Por tanto, el riojano Gonzalo de Berceo se educó en el cercano
monasterio de San Millán de la Cogolla ("en Sant Millán de Suso, fue de
niñez criado") y llegó a ser un clérigo secular que trabajó primero como
diácono (1221) y luego como preste o presbítero (1237), maestro de los novicios
y, según Brian Dutton, notario en efecto del abad Juan Sánchez (1209-1253), en
el citado monasterio de San Millán de la Cogolla.
Tuvo
un hermano que, como él, era también clérigo. Recibió una educación muy
esmerada, pues se formó entre 1222 y 1227 en los recientemente creados estudios
generales (un antecedente medieval de las modernas universidades) de Palencia,
los primeros que hubo en España y fundados por el obispo don Tello Téllez de
Meneses que Berceo nombra en sus obras; allí había cuatro cátedras: teología,
derecho canónico, lógica y artes (gramática), por lo que el futuro poeta
recibió una formación novedosa y muy superior a la de los otros eclesiásticos
de su mismo nivel. Sin embargo, a principios del siglo XIII, el monasterio de
San Millán atravesaba un periodo de decadencia de su antiguo esplendor, que el
poeta intentó combatir con sus escritos, que fomentaban la devoción, las peregrinaciones
y las donaciones en torno a las reliquias de los santos que celebra y que
conservaba el monasterio; debió fallecer ya a mediados del siglo XIII, después
de 1264.
Berceo
fue el más importante representante del mester de clerecía. Depuró el idioma
castellano, en su variedad dialectal riojana, para lo cual trasvasó numeroso
vocabulario desde el latín (cultismos) y recurrió a fórmulas de la literatura
oral tradicional y del mester de juglaría. En su trabajo como notario
eclesiástico, y con la intención de paliar la decadencia del monasterio, llegó
incluso a falsificar documentos para conseguir que los reacios campesinos
pagaran sus contribuciones al mismo.
Sus
obras narrativas y didácticas en verso tratan siempre sobre tema religioso, y
están constituidas fundamentalmente por hagiografías, esto es, biografías de
los santos, en especial aquellos a los que se rendía culto en los monasterios
con los que estuvo vinculado: la “Estoria
de sennor San Millán”, la “Vida de
Sancta Oria, virgen” y “La vida del
glorioso confesor Santo Domingo de Silos”, por ejemplo. Actualmente, su
obra más conocida son los “Milagros de
Nuestra Señora”.
Otras
obras suyas son “El duelo que fizo la
Virgen María el día de la Pasión de su fijo Jesu Cristo”, “Del sacrificio de la Misa”, “De los signos que aparecerán ante del Juicio”,
“el Martiryo de Sant Laurencio”, los “Loores de Nuestra Señora y tres Himnos,
dedicados a Jesús, el Espíritu Santo y la Virgen”.
No
se muestra como un narrador original, ya que traduce ampliando obras escritas
anteriormente en latín (amplificatio);
su originalidad y carácter artístico debe apreciarse en el tratamiento de los
temas, en el estilo, los detalles costumbristas y adaptaciones a la mentalidad
medieval y campesina que añade a dichos relatos. Alguna vez que otra deja caer
una pincelada de hondo contenido social:
“Los omnes soberbiosos que roban los mezquinos / que
les tuellen los panes e les beben los vinos / andarán mendigando corvos, como
onzinos; / cuntirán eso misme a los malos merinos” (Los signos del juicio final).
El
ámbito de creación de su obra es culto, aunque se reviste de una apariencia
popular y utiliza elementos tradicionales; la estrofa que emplea para la
versificación es la cuaderna vía o tetrástrofo monorrimo: cuatro versos
alejandrinos o de catorce sílabas separados cada uno en dos mitades de siete
sílabas por una cesura que coincide con final de palabra y grupo fónico,
impidiendo toda sinalefa, y con una única rima consonante en todos sus versos.
Se
nos han conservado sus doce obras a través de copias dieciochescas de dos
códices, uno desaparecido de hacia 1260, y otro desmembrado de hacia 1325;
ambos copiaban a su vez un arquetipo original perdido. Se pueden dividir en
tres grupos, a los que habría que añadir un cuarto formado por sus tres Himnos
(sus traducciones castellanas del Veni Creator Spiritus, del Ave maris stella y
de Christe, qui lux es et dies):
Obras
sobre la Virgen María: “Loores de Nuestra
Señora”, “Duelo que fizo la Virgen”
y “Milagros de Nuestra Señora”.
Vidas
de santos: “Vida de San Millán”, “Vida de Santo Domingo de Silos”, “Poema de Santa Oria” y “El martirio de San Lorenzo”.
Obras
doctrinales: “De los signos que aparecen
antes del Juicio Final” y “Del
sacrificio de la misa”.
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