"Parabién del nacimiento del niño Jesús a su Virgen Madre Santísima" de Jerónimo Virués.

El Doctor Jerónimo Virués formó parte de la Academia de los Nocturnos, de Valencia (1591–1594). Nació en Valencia en el seno de una familia culta. Era hijo del médico y humanista Alonso de Virués, a quien se ha relacionado con Luis Vives, y tuvo tres hermanos: Cristóbal, militar y poeta que participó, entre otras, en la batalla de Lepanto, Francisco, que fue teólogo y beneficiado de la Iglesia de Valencia, y Jerónima Agustina Benita que se distinguió por su conocimiento del idioma latino.


LIRAS

UN PARABIÉN DEL NACIMIENTO DEL NIÑO JESÚS A SU VIRGEN MADRE SANTÍSIMA.

Graciosa Virgen santa,
estrella más que el sol resplandeciente,
de gracia y virtud tanta
que en nuestro bajo Oriente
guiáis con vuestra luz la ciega gente.

Cerrada y Real arca
del oro de la gracia guarnecida,
dó estuvo el gran monarca
maná de eterna vida,
por él labrado y para si escogida.

Desde la tierra siento,
Virgen, la gloría que en el cielo suena
del fausto nacimiento,
del cual si no os da pena
mi lengua os quiere dar la enhorabuena.

Puesto que vos Señora
la dais mejor a cuantos desearon
esta bendita hora,
que fue la que esperaron
los que del Limbo en ella se libraron.

Gozad con alegría
el deseado infante y gozo eterno,
gran Señora María,
dadle ese pecho tierno
que es Dios y es su manjar néctar superno.

Gozad con regocijo,
reina del cielo y tierra venturosa,
el Unigénito hijo
de quien sois madre hermosa,
humilde sierva, hija y dulce esposa.

Hijo es de Dios y vuestro,
aunque el hereje y pérfido can ladre,
y pues se dio por nuestro,
mostradle, Virgen madre,
parece en todo a Vos y al alto Padre.

Danos Señora en la tierra
hecho hombre al rey del cielo soberano,
el que hoy vence y destierra
al infernal tirano
y libró al mísero linaje humano.

Que si nos causó muerte
Eva engañada de la sierpe fiera,
por nuestra buena suerte
vos, Virgen pura entera,
nos dais salud y vida verdadera.

Y sea bien venido
del cielo al suelo el rey de suelo y cielo,
pues Él nos ha traído
el eternal consuelo
y la paz deseada en todo el suelo.

Pues Virgen palestina,
recibid mi deseo en vez de dones,
y como al fin divina
que veis mis intenciones,
suplid la falta vos de mis razones.

Y pues por vuestro medio
gozamos de tal rey con tal victoria,
proveednos de remedio,
tenednos en memoria,
alcanzadnos su gracia y su alta gloría.


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– Contra hidalguía en verso -dijo el Diablillo- no hay olvido ni cancillería que baste, ni hay más que desear en el mundo que ser hidalgo en consonantes. (Luis Vélez de Guevara – 1641)

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