Experimentando sonetos alejandrinos inspirados en un poema de Gonzalo de Berceo.
Los sentidos (Soneto alejandrino).
Para
pecar bastan y sobran cinco sentidos
que
nos robarán el bien y al mal nos llevarán
transitando
por tristes caminos tan perdidos
como
sueños que en noche oscura abandonarán.
Son
la vista, olfato, gusto, tacto y el oído
quienes
por lo superficial nos arrastrarán
y
no siendo capaces de ver en lo escondido
de
la vida su único sentido olvidarán.
¿Para
qué sirve ver si no quiero contemplarte,
para
que sirve oír si no me paro a escucharte,
para
qué amar si yo de amarte soy incapaz?
El
sentido de mi vida es tu vida y servirla,
dando
sentido a mis sentidos, es por vivirla
para crecer mi fe con tu alegría y tu paz.
Sonetos modernistas, alejandrinos: En esta clase de sonetos lo más frecuente es el orden clásico de los cuartetos, pero se usaron también, por influencia del parnasianismo francés, las combinaciones ABAB: ABAB y ABBA: CDDC. En esta época aparecen varias innovaciones métricas: se utilizan versos de otras medidas, desde trisílabos hasta hexadecasílabos, aunque los más utilizados son los alejandrinos (14 sílabas) divididos en dos hemistiquios, como el conocido soneto “Caupolicán”, en el libro Azul, de Rubén Darío; además, aparecen sonetos polimétricos, que emplean en el mismo poema versos de diferente medida (lo utilizó también Darío, en su soneto dedicado a Cervantes, mezcla de endecasílabos y heptasílabos; Manuel Machado lo utiliza en su soneto “Madrigal de madrigales”, compuesto de versos de 7,9,11 y 14 sílabas).
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