Virgen
hermosa, que de sol tocada,
coronada
de estrellas, al Sol sumo
gustaste
tal que en Ti Su luz ha sido,
de
amor por celebrarte me consumo,
mas
no sé sin tu ayuda decir nada,
y
del que por amor en Ti ha vivido:
Invoco
a la que siempre ha respondido
al
que con fe la llama,
Virgen,
si a pía llama
mortal
miseria hay vez que te ha movido,
oído
da a mi ruego y da consuelo;
apacigua
mi guerra,
aunque
soy tierra, y Tú Reina del cielo.
Virgen
sapiente, de aquel número una
de
las benditas vírgenes prudentes,
la
primera, y de lámpara más clara:
oh
firme escudo de afligidas gentes
contra
golpes de Muerte o de Fortuna,
que
da el triunfo y no sólo nos ampara;
oh
refresco que el ciego ardor repara
de
mundanos antojos;
Virgen,
aquellos ojos
que
vieron tristes lo que cruz y vara
hicieron
de Tu amado Hijo en el porte,
mira
mi triste estado
que
desnortado a Ti viene por norte.
Virgen
pura, en virtud toda perfecta,
del
parto gentil tuyo hija y madre;
que
alumbras esta vida y la otra honoras;
por
ti Tu Hijo, aquel del sumo Padre,
ventana
celestial que luz proyecta,
nos
ofreció Sus gracias redentoras;
y
entre estancias para Él acogedoras
solo
tú, bendecida,
Virgen
fuiste elegida,
que
el llanto de Eva amargo así edulcoras.
Hazme
digno de gracia Tú, pues puedes,
sin
fin oh afortunada,
ya
coronada al cielo de mercedes.
Virgen
santa, Tú llena eres de gracia,
que
por altísima humildad subiste
al
Cielo, donde hoy me das oído,
la
fuente de piedad Tú concebiste
y
el sol de la justicia, que congracia
el
siglo que es de error continuo nido;
tres
dulces nombres Tú has merecido,
hija,
madre y esposa;
Virgen
esplendorosa,
mujer
del Rey (que al hombre has desasido
y
al mundo libre y jubiloso has hecho)
en
cuya santa herida,
deja
que pida que repose el pecho.
Virgen
única al mundo sin ejemplo,
que
al cielo por Tu gracia enamoraste,
no
teniendo jamás de Ti segunda,
los
actos santos de piedad que obraste
te
hicieron para sacro y vivo templo
del
verdadero Dios virgen fecunda.
Por
Ti puede mi vida ser jocunda,
si
a Tus ruegos, María,
Virgen
suave y pía,
donde
abundó el error, la gracia abunda.
Con
las rodillas de la mente hincadas,
te
ruego que encamines
a
buenos fines vías que traigo erradas.
Virgen
clara y estable en el eterno,
de
este tempestuoso mar estrella,
de
todo fiel timón fiable guía,
mira
la tempestad que me atropella,
solo
y roto entre olas, sin gobierno,
cerca
del postrer grito de agonía.
Mas
con todo Te busca el alma mía,
inicua,
no lo niego,
Virgen;
pero Te ruego
que
Tu enemigo de mi mal no ría.
Recuerda
cómo Dios por del pecado
hacer
nuestra alma sana
en
carne humana fue de Ti hospedado.
Virgen,
¡oh cuánto llanto he derramado,
cuánto
deseo y cuánto ruego en vano,
por
mi pena tan sólo y por mi daño!
Pues
desde que nací en Arno toscano,
buscando
siempre en uno u otro lado,
sólo
probó mi vida mal tamaño.
Mortal
belleza, en voz y en obra engaño,
dieron
tiniebla al alma.
Virgen
sagrada y alma
no
tardes que me sé en el postrer año.
Mis
días más veloces que una flecha
entre
pecado y lodo
andan
de modo que la Muerte acecha.
Virgen,
ella ya tierra, ha puesto en duelo
mi
corazón que viva tuvo en llanto,
sin
saber de las mil una porfía;
mas
pasara, sabiéndolo, otro tanto
de
aquello que pasé, que su desvelo
era
a mí muerte y fama a ella impía.
Oh
Tú, Dueña del cielo y Diosa mía,
si
hablar me es conveniente,
Virgen
de aguda mente,
Tú
que ves todo y, cuanto no podía
otra,
hacer puedes, aunque mucho encone,
pon
fin a mi mal grave
que
a Ti Te alabe y a mí bien me done.
Virgen,
en la que asiento mi esperanza,
que
puedes y deseas ayudarme,
no
me dejes al cabo de la muerte.
mira,
no a mí, sino a Quien dio en crearme;
no
yo, si no el ser hecho a semejanza
de
Dios, te mueva a hombre de tal suerte.
Por
mí y Medusa soy piedra que vierte
humor
vano y desecho;
Virgen,
Tú sola el pecho
llena
de santo llanto y seca el fuerte,
por
que al menos devoto sea el postrero,
sin
ya limo terreno,
no
todo cieno como fue el primero
Virgen
humana que ama mansedumbre,
nuestro
común principio amor te infunda;
hoy
sé con este corazón piadosa;
pues,
si a tierra mortal, pobre e infecunda
tuve
con tanta fe amar por costumbre,
¿cómo
he de amarte a Ti, más gentil cosa?
Si
esta mísera vil vida espantosa
por
Tus manos ensalzo,
Virgen,
consagro y alzo
a
Tu nombre el deseo, ingenio y prosa;
la
lengua, el corazón y el pensamiento.
Muéstrame
el mejor vado,
y
ten de grado mi mudado intento.
Corriendo
se aproxima el postrer día,
el
tiempo huye y no para,
Virgen
única y rara,
y
muerte y contrición el pecho hoy cría.
A
tu Hijo, Dios y Hombre verdadero,
ruégale
que en la cita
en
paz admita mi exhalar postrero.
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